Desconocemos si la pasta la descubrió Marco Polo o si bien fue un fabuloso invento de los chinos o de los etruscos, pero lo cierto es que es uno de los alimentos más siderales que hay sobre la faz de la tierra, pues con un simple aderezo con algo de chispa se convierte en puro néctar imperial. Eso sí, no todas las pastas son iguales, las mejores tienen un carácter especial y estas de Toscani se salen del mapamundi. La gran mayoría están hechas con germen de trigo, tienen un sabor pronunciado y una textura densa que absorbe las salsas como si de una esponja se tratase. La gama es amplísima: spaghetti, penne, linguine, straccetti, pappardelle, de germen de trigo con huevo, enriquecidas con sabor a trufa, sepia, aceitunas, azafrán, guindilla, salmón, tomate u hongos, e incluso elaboradas con cereales particulares como kamut, espelta o maíz. Estas Toscani hacen honor a su origen sin género de dudas, ¡oh sole mío!