Semana del 20 al 26 de mayo de 2006
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Al horno
La gastronomía de postín española
tiene aún pendiente la implantación
del espárrago cocido realmente 'al dente',
porque a los restaurantes de autor que ofrecen
espárragos a la plancha (sobre todo los
verdes, de cuando en cuando los blancos), les
ha llegado el momento de dar un triple salto mortal:
los espárragos al horno. Pelados con meticulosidad,
se les impregna con una gota de aceite de oliva,
se salan y se meten al horno, a 200 grados, 10
minutos.
Más crujientes y naturales, imposible.
Son menos grasientos que los fritos o a la plancha
y de color más puro, menos afectado por
su contacto con el recipiente.
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Yemas en su punto
El concepto 'al dente'
aplicado a unos espárragos es tan voluble como
el precio de una taza de café
RAFAEL GARCÍA SANTOS
Vamos a proponer un ejercicio de análisis
intelectual. Un café expreso en el centro de
Milán, en una calle cualquiera de la ciudad,
viene a costar 90 céntimos en el 90% de los locales
de hostelería. Si la solicitud se lleva a cabo
en un bar del centro de San Sebastián, la mayoría
cobra 1,10 euros. Si nos vamos hasta Gante o Brujas,
en Bélgica, en una cafetería de las del
montón, apoquinaremos 1,30. Y si la necesidad
surge incontenible en París, en los Campos Eliseos
o calles vecinas, se habrá transformado súbitamente
en un capricho versallesco: 2,5 euros.
Curiosamente, la calidad es inversamente
proporcional al precio. O si prefiere, por lo general,
cuanto más caro cobran, peor suele ser el expreso.
A partir de aquí, puede usted preguntarse mil
cuestiones. ¿Cómo repercute el metro cuadrado
de suelo en un vaso de agua? ¿Está ese
vaso de agua mejor servido en Montparnasse o en La Concha?
¿Cuántas horas trabaja fulano o zutano
en tal o cual país? ¿Es importante endulzar
el café con una, dos o tres cucharadas de IVA?
Plantéese los márgenes
con los que opera la actividad cafetera en unas u otras
ciudades. Incluso valore si la propina está o
no incluida en el precio. Más aún: ¿Por
qué el italiano quita el sueño y el francés
no? ¿Y cuántas clases de sueño
puede llegar a quitar el 'americano'? Bien,
cuándo haya llegado a alguna conclusión,
haga, por favor, un último esfuerzo: descifre
por qué se generaliza un precio en una ciudad
cuándo se produce tanta diferencia de calidad
de un negocio a otro. Por 1,10 euros hay tazas que merecen
un 8/10 y otras se quedan en el 0/10. Sólo un
consejo: no se le ocurra desvelarse por los intríngulis
de la vida.
Cuestión de criterio
Si tiene que perder el sueño,
que sea por algo mucho más serio. Un mes con
insomnio padecemos desde nuestro último viaje
por Bélgica y Holanda. Tras comer espárragos,
espárragos y más espárragos en
Hof van Cleve (Kruishoutem), donde oficia el mejor cocinero
belga, Peter Goossens; en Oud Sluis (Sluis), donde ejerce
el supertalentoso Sergio Herman, y en De Librije (Zwolle),
donde impresiona Jonnie Boer por citar las tres
grandes mesas del Benelux, no entendemos a qué
es debido que en Europa el concepto 'al dente'
se exprese con distintos idiomas e incluso acentos personales.
Y quien dice 'al dente', habla
también del punto rosa en los pescados. ¿Por
qué en España el pescado se hace menos
que en Bélgica? ¿Por qué en Bélgica
se cuecen mucho menos los espárragos que en España?
Resulta difícil explicar este proceder cuando
la cocina es por estos lares bastante más vanguardista
que en el norte. ¿No será que la clientela
marca mucho, que no se le puede romper su cultura histórica?
La cuestión es cómo si no se puede transgredir
en algo tan natural como preservar el sabor y consistencia
innatas de los espárragos (algo fácilmente
asequible por todo el mundo), sin embargo sí
se puede transgredir con una alta cocina moderna de
autor, que es la que triunfa en el continente.
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