Semana del 18 al 24 de marzo de 2006
Arde Valencia
En vísperas de las
Fallas, una selección de restaurantes que aspiran
a superar las recetas tradicionales en pos de la alta
cocina
RAFAEL GARCÍA SANTOS
Siempre cabe la posibilidad de acercarse
al viejo cauce del Turia, convertido por la genialidad
de Calatrava en uno de los paisajes artísticos
más admirados del mundo, con la finalidad de
comerse una paella, lo que, si un día común
resulta poco menos que imposible, gastronómicamente
hablando, en Fallas y en las casetas tiene su gracia.
Claro que siempre cabe alternar la celebridad con la
exquisitez, que se viene labrando desde hace ya una
década y que después de muchas vicisitudes
ha cuajado en unos cuantos restaurantes de alta cocina
moderna, que ofrecen una panorámica halagüeña
y de proyección.
Nos encontramos ante una época promovida por
una joven generación en fase de madurez, que
responde al desarrollo humano, económico, cultural
y social de tan admirable urbe. En la capital sobresalen
cuatro nombres. Deslumbra Ca Sento, pues Raúl
Alexandre, tras la retirada de sus padres, impregna
de carácter la nueva etapa del restaurante. ¿Qué
está cambiando? Pues que paulatinamente se da
mayor protagonismo a la alta cocina. Manteniendo, lo
que celebramos, el carácter de marisquería
de lujo, así como algunos platos populares, se
aprecia un creciente compromiso con la coquinaria de
autor, en consonancia con el sentir profesional del
chef. Deslumbrantes las ortiguillas de mar con pan de
agua y jugo de moluscos, la más clarividente
manera que hayamos encontrado nunca de ver las anémonas.
Encontramos otra perla mediterránea en los dátiles
de mar con jugo de remolacha perfumado con naranja,
limón y lima, que ofrece sensaciones ácidas,
amargas, dulces, terrosas, marinas... inenarrable. Y
en los langostinos al ajillo, y las cigalas a la sal,
las mejores del mundo y tantas y tantas maravillas de
la naturaleza y culinarias.
Cada día se encuentra más radiante La
Sucursal. Alta cocina moderna esencial con sabores
amables y referencias permanentes. Recrea la memoria
histórica y la ensalza sin estridencias. La sensatez
esta permanentemente presente en cada articulación.
Un ejemplo: la ostra envuelta en gelatina de trufa con
puré de apio, alcachofas fritas y rúcula.
Sentido común y virtuosismo, que se repiten una
y otra vez: polenta cubierta de trufa negra con yema
de huevo. Inspiración y refinamiento que refrendan
un estilo: cintas de sepia con pelota de carne y mano
de cerdo con su jugo y toffée de guisantes.
Carnaza y arte atesora la papada de cerdo con trinxat
y cigala de tronco, elementos superpuestos e inmaculados,
a los que acompaña una ensalada de lentejas,
minúsculos granos que sorprendentemente saben
a consomé de buey. Distinción que vuelve
a quedar patente en el bogavante envuelto en tocino
con guisantes a la menta y rossinyols.
Buenas opciones
Otro valor emergente y sólido es el Torrijos.
Practica una alta cocina moderna delicadeza, imaginativa
y compleja, que trasmite ganas, que llega al comensal.
Las huevas de atún y trucha con remolacha, queso
fresco y aceite; el caviar osetra Royal Prestige Kaspia
con fiji, apio, yogur, manzana y arroz crujiente; el
carpaccio de presa ibérica, en tres posturas,
con distintas verduras, gelatina de albahaca, puré
de apio, avellanas y parmesano; los fideos embebidos
de un fondo de mariscos con langosta y el arroz meloso
de boletus y pichón son testimonios de su clase
como chef.
El Riff ofrece una culinaria muy personal, la
de Bernd Knöller, que, sin desprenderse de su formación
y sentimientos alemanes, se ha mediterraneizado enormemente.
Eminentemente moderna, culta, inteligente... y siempre
de sabores asumibles. Sabe definir muy bien lo que quiere,
cualquiera que sea la inspiración, prevaleciendo
la resolución. La riqueza de las construcciones
y el trabajo evidencian sensatez y concreción.
La elegancia y la armonía son normas, así
como la técnica.
En definitiva, una coquinaria madura bien terminada,
que seguro satisface en el paladar y a la que se reconoce
su saber hacer. La original versión del 'tzatzaki',
un sorbete de yogur recubierto de huevas de trucha sobre
una brunoise de pepino, con el aliciente de una ostra
Napoleón gelatinizada con agua de mar, más
una sopa emulsionada de pepino con aceite y vinagre
de jerez representa un alarde de frescor, sibaritismo
y colorido.
El tartar de dorada con trufa picada y un aire de almendras;
el contemporáneo arroz de gambas y la ternera
lechal, de una calidad suprema, de una jugosidad radiante,
realzada por un consumado y etéreo aceite de
pipas de calabaza y canónigos, convencen plenamente.
Y en la provincia, Arrop (teléfono 962950768),
en Gandía, una revelación que anima al
viaje.
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