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Fernando J.Pérez
Enviado especial |
Regreso
al campo base con pesimismo
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Lafaille, ante una
pared que pretende escalar como atajo. / F. J. PÉREZ |
El Annapurna comienza
enseñar los dientes. Alberto Iñurrategi y Jon Beloki
volvieron ayer al campo base tras cuatro días en la montaña
y su relato comienza a revelar la envergadura de la empresa en la
que están embarcados. Los alpinistas descansarán dos
días en el campo base antes de volver a la montaña
para equipar el último campo.
La vía hasta el campo II reúne los tramos más
técnicos, pero no mucho más allá de cualquier
otro ochomil. Sin embargo, a partir de los 6.400 metros
es donde se han encontrado frente a frente con la Diosa Madre
de la Abundancia.
A partir de esa altitud el grupo ha comenzado a descubrir lo que
el Annapurna les tiene reservado: frío, viento y unas distancias
inusuales a esas alturas que exigen un desgaste físico fuera
de lo normal. Desde el Campo II donde registraron hasta 16
grados bajo cero dentro de la tienda, las dificultades técnicas
dejan paso a una larga travesía por un gran plató
hasta la base del Roc Noir (7.490 metros), donde instalarán
el campo III. «Es uno de los lugares más bonitos que
he conocido en el Himalaya», explicaba Alberto en el campo
base, «las vistas son increíbles, pero el desgaste
físico que exige también es muy grande», añadía.
El grupo incluso podría haber llegado hasta el punto elegido
para instalar el campo III si no hubiesen intentado acortar por
un terreno que luego se reveló extremadamente peligroso.
«Teníamos en todo momento a la vista el pequeño
rellano bajo el Roc Noir en el que vamos a instalar las tiendas
y quisimos llegar a él sin tener que alcanzar antes la arista,
pero nos dimos cuenta que había unas placas de hielo peligrosas
y tuvimos que dar media vuelta».
El problema de este tramo hasta el C-III no es su dureza en si mismo,
sino la perspectiva de lo que aún les queda hasta la cumbre
del Annapurna: la arista este, siete kilómetros y medio desde
el Roc Noir, que ayer les deparó una nueva sorpresa. Desde
los 7.000 metros tuvieron una vista privilegiada de ella y pudieron
comprobar dos elementos que complican un poco más la travesía.
Por un lado, las grandes cornisas de nieve, «gigantescas»
en algunos puntos, según describió gráficamente
Alberto, y por otro los tramos de roca que asoman en la arista durante
la ascensión a la cumbre este del Annapurna.
«Bastante roca»
«Loretan y Joos hicieron la travesía en otoño,
época en la que hay mucha más nieve y toda la arista
estaba cubierta. Sin embargo, ayer por el miércoles
vimos bastante roca», explicaba Alberto mientras en su rostro
se dibujaba una mueca de contrariedad. Aunque hasta que no lleguen
allí y vean el estado del terreno de cerca no podrán
calibrar el alcance de la dificultad, en principio, la presencia
de roca en ese tramo supone una dificultad añadida a la travesía
por la arista.
La consecuencia del descubrimiento de estas dificultades fue el
distinto talante con el que llegaron al CB Alberto y Jon. Mientras
el Aretxabaleta mantenía inquebrantable el ánimo sobre
la viabilidad de la empresa, el de Zarautz se mostraba algo más
pesimista. «es una vía de una exigencia física
impresionante, con el añadido de que hay que hacerla tanto
de ida como de vuelta», indicaba Jon Beloki. |
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El plan secreto de
Lafaille
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El francés Jean-Christophe Lafaille,
en los campos de altura, ha acabado por revelar a Alberto Iñurrategi
y a Jon Beloki su plan secreto. Y ha buscado en la cordada vasca
dos aliados para llevarla a cabo.
El plan del galo es evitar casi la mitad de la travesía hasta la
cumbre accediendo a ella desde cerca del campo II por una pared
de hielo de 1.500 metros de desnivel y una pendiente media de 50-60%.
"La idea no es mala", asegura Iñurrategi. "Ahorra
aproximadamente un día de travesía", pero el
de Aretxabaleta no tiene nada claro que el esfuerzo que exige escalar
esa pared compense ese ahorro de tiempo. "Es una paliza descomunal,
la pared es puro hielo, son 1.500 metros de escalada en tracción.
Si nos llevaría directamente a la cumbre quizá merecería
la pena, pero salimos a la mitad de la arista, Todavía nos
quedaría más de un día de travesía y
el esfuerzo realizado nos pasaría factura".
En esas condiciones, Alberto y Jon declinaban amablemente la oferta
de Lafaille.
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