Fernando J.Pérez
Enviado especial |
Iñurrategi
y Beloki, en los 7.000 metros
Alberto
Iñurrategi y Jon Beloki alcanzaron ayer la emblemática
cota de los 7.000 metros. Los dos alpinistas vascos, el francés
Lafaille, el estadounidense Viesturs y el finlandés Veikka
se quedaron a sólo doscientos metros por debajo del lugar
previsto para instalar el campo III. Durante cerca de seis horas
lucharon contra una nieve muy profunda abriendo huella les
llegaba casi hasta las rodillas y equiparon con cuerdas los
tramos más peligrosos del itinerario entre los campos II
y III, los que pasan por zonas de seracs y grietas.
El objetivo primordial no era tanto alcanzar los 7.200 metros de
la arista entre el Glaciar Dome y el Roc Noir, como avanzar todo
lo posible hacia ese tercer campo de altura. Eso es lo que hicieron
justamente ayer, antes de que el cansancio físico y una amenaza
de cambio de tiempo les recomendase dar por finalizado el trabajo
y retornar al resguardo y la seguridad del campo II, que alcanzaron
poco antes de las dos de la tarde. Y la decisión se reveló
acertada, ya que el grupo alcanzó en medio de una copiosa
nevada las tiendas a 6.400 metros, donde pasarán la noche
antes de descender hoy al campo base a descansar.
El trabajo a realizar a partir del segundo campo de altura ha cambiado
significativamente respecto al realizado hasta ese punto. A partir
de ahí la inclinación de las laderas y las palas de
nieve es mucho menor, lo que tiene dos consecuencias para los alpinistas.
Por un lado es un terreno más amable y accesible para ellos,
donde normalmente no es necesario instalar cuerdas fijas. Por contra,
la menor inclinación del terreno hace que la nieve se acumule
en mayor cantidad, lo que les fuerza a abrir huella en la nieve
blanda, que oculta peligros como las grietas, que les obliga a ir
encordados, como hicieron ayer.
Un elemento, por el contrario, del que se han librado por el momento
respecto a otras expediciones en el Himalaya de las que llegan noticias
es el viento. El grupo de Juanito Oiarzabal que está intentado
el pilar oeste del Makalu, Edurne Pasaban, que está en la
vía normal de la misma montaña, y las expediciones
presentes en el Everest están teniendo mucho problemas con
el fuerte viento reinante, que les está impidiendo progresar
según lo previsto.
La expedición al Annapurna se ve eventualmente libre de ese
contratiempo porque trabajan en una zona resguardada Una vez entrados
en el mes de mayo, los alpinistas confían, basándose
en la experiencia que da decenas de expediciones en el Himalaya,
que el viento mengüe y les permita realizar la travesía
de ida y vuelta hasta la cumbre principal del Annapurna por los
siete kilómetros y medio de su arista sureste. . |