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DÍA 24

Fernando J.Pérez
Enviado especial
Iñurrategi y Beloki, en los 7.000 metros

Alberto Iñurrategi y Jon Beloki alcanzaron ayer la emblemática cota de los 7.000 metros. Los dos alpinistas vascos, el francés Lafaille, el estadounidense Viesturs y el finlandés Veikka se quedaron a sólo doscientos metros por debajo del lugar previsto para instalar el campo III. Durante cerca de seis horas lucharon contra una nieve muy profunda abriendo huella –les llegaba casi hasta las rodillas– y equiparon con cuerdas los tramos más peligrosos del itinerario entre los campos II y III, los que pasan por zonas de seracs y grietas.

El objetivo primordial no era tanto alcanzar los 7.200 metros de la arista entre el Glaciar Dome y el Roc Noir, como avanzar todo lo posible hacia ese tercer campo de altura. Eso es lo que hicieron justamente ayer, antes de que el cansancio físico y una amenaza de cambio de tiempo les recomendase dar por finalizado el trabajo y retornar al resguardo y la seguridad del campo II, que alcanzaron poco antes de las dos de la tarde. Y la decisión se reveló acertada, ya que el grupo alcanzó en medio de una copiosa nevada las tiendas a 6.400 metros, donde pasarán la noche antes de descender hoy al campo base a descansar.

El trabajo a realizar a partir del segundo campo de altura ha cambiado significativamente respecto al realizado hasta ese punto. A partir de ahí la inclinación de las laderas y las palas de nieve es mucho menor, lo que tiene dos consecuencias para los alpinistas. Por un lado es un terreno más amable y accesible para ellos, donde normalmente no es necesario instalar cuerdas fijas. Por contra, la menor inclinación del terreno hace que la nieve se acumule en mayor cantidad, lo que les fuerza a abrir huella en la nieve blanda, que oculta peligros como las grietas, que les obliga a ir encordados, como hicieron ayer.

Un elemento, por el contrario, del que se han librado por el momento respecto a otras expediciones en el Himalaya de las que llegan noticias es el viento. El grupo de Juanito Oiarzabal que está intentado el pilar oeste del Makalu, Edurne Pasaban, que está en la vía normal de la misma montaña, y las expediciones presentes en el Everest están teniendo mucho problemas con el fuerte viento reinante, que les está impidiendo progresar según lo previsto.
La expedición al Annapurna se ve eventualmente libre de ese contratiempo porque trabajan en una zona resguardada Una vez entrados en el mes de mayo, los alpinistas confían, basándose en la experiencia que da decenas de expediciones en el Himalaya, que el viento mengüe y les permita realizar la travesía de ida y vuelta hasta la cumbre principal del Annapurna por los siete kilómetros y medio de su arista sureste. .