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DÍA 45

Fernando J.Pérez
Enviado especial

Iñurrategi y Lafaille intentarán hollar hoy la cumbre tras pasar la noche a 7.800 metros

· Viesturs y Gustaffson vuelven agotados

Iñurrategi otea el horizonte desde lo alto de una ladera. / F. J. PÉREZ

Las dificultades no cesan en el Annapurna. Alberto Iñurrategi y Jean Christophe Lafaille, los dos únicos hombres que quedan ya en la montaña tras el descenso ayer de Viesturs y Gustaffson, continuaron ayer su avance por la arista este camino de la cumbre principal, pero volvieron a afrontar una jornada llena de complicaciones. La principal de ellas fue la ascensión al Annapurna Este (8.026 m.), primera de las dos cumbres subsidiarias que debían superar camino de la cima principal. Tuvieron que renunciar a ella debido a la presencia de una serie de placas de roca imposibles de ascender con el material que llevaban y a esa altitud.

La decisión que tomaron fue tan arriesgada como inevitable: bordear la cumbre por la cara norte afrontando de nuevo pendientes de hasta 60 grados sobre un patio de más de dos mil metros. Antes, hasta alcanzar la base de la cima secundaria, Alberto y Lafaille habían tenido que recorrer el tramo de la arista que les restaba hasta allí. Más de un kilómetro en continuo ascenso y repleto de nuevo de gigantescas cornisas -visibles incluso desde el campo base, cuatro mil metros más abajo- y pendientes pronunciadísimas.

Por fin, sobre la una de la tarde, después de una larguísima jornada de ocho horas de trabajo, encontraban un lugar adecuado para instalar la tienda del vivac y poder pasar la noche. Lo hacían a doscientos metros del collado entre las cumbres Este y Central, el sitio previsto en los planes iniciales. Su altitud: 7.800 metros de altura.

Esta ubicación, metidos de lleno en la cara norte, imposibilitó durante casi todo el día el contacto por radio con el campo base, hasta que los alpinistas encontraron un lugar desde el que pudieron comunicarse. Tras explicar las vicisitudes de la jornada, avanzaron sus planes para hoy, que no son otros que alcanzar la cumbre principal, el decimocuarto ochomil de Alberto y el octavo de Lafaille. Sin embargo, alertaron de los problemas que les esperan, sobre todo nuevas placas de roca camino de la cumbre central y el destrepe de esa cima hasta el collado que tiene con la principal, de casi cien metros de desnivel.

Su idea es hacer esa travesía lo más ligeros de peso posible -apenas con el material de escalada imprescindible y algo de comida- para avanzar muy rápido, alcanzar la cumbre cuanto antes y volver a pasar la noche al vivac en el que durmieron ayer. Un objetivo que, en el mejor de los casos, les puede llevar diez horas en la que será su sexta jornada -tercera en la zona de la muerte , por encima de los 7.500 m.- desde que partieron del campo base.

Además, los dos alpinistas estaban ayer especialmente preocupados por el tiempo. No está siendo todo lo despejado que se había anunciado y por si fuera poco a partir de mañana viernes se anuncia un cambio a peor, con un fuerte aumento de la fuerza del viento. El empeoramiento será a partir de la tarde, con velocidades ya de sesenta por hora. El sábado predicen vientos de hasta cien por hora y el domingo los aumentan hasta los 120. Con esas previsiones sólo les queda el día de hoy para hacer cumbre y poder estar a salvo en el campo III antes del sábado. De vuelta, la arista sería una auténtica ratonera para los dos alpinistas si tuvieran que afrontarla en esas condiciones.

Problemas de Beloki

Mientras tanto, en el campo base, Jon Beloki tampoco vivía una jornada tranquila. Apenas una hora en el campo III sin las gafas protectoras durante su descenso del martes le provocaba una ceguera de las nieves (oftalmia) que se reprodujo con toda virulencia en la madrugada de ayer. Sus gritos de dolor se podían oír prácticamente en todo el campo base. Tras una noche en blanco y una mañana de dolores, la medicación y el propio paso del tiempo (son molestias muy dolorosas pero que apenas duran 24 horas) por fin por la tarde su estado mejoró notablemente y por la noche prácticamente se había normalizado.

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Viesturs y Gustaffson vuelven agotados

Sus caras reflejaban sin ambages el sufrimiento padecido durante los últimos días. El norteamericano Ed Viesturs y el finlandés Veikka Gustaffson llegaron ayer por la tarde al campamento base tras descender desde la base del Roc Noir (7.200 m.), donde habían pasado la noche. Fue otra jornada sin noticias de ellos. Y cuando en el CB empezaba a extenderse la inquietud por tan prolongado silencio, las figuras de ambos, dobladas por el peso de las mochilas, aparecieron por la morrena del glaciar.

Los dos alpinistas, con 23 ascensiones a ochomiles entre ambos, habían decidido descender ayer por la mañana tras comprobar las dificultades de la ruta y la distancia que les habían tomado Alberto y Lafaille. Todas sus palabras hacían referencia a las complicaciones de la vía y al gigantismo de una montaña cuyas dimensiones quizá no habían calibrado en su justa medida cuando decidieron aceptar la oferta de Alberto Iñurrategi para intentar escalarla por su arista este.

Pequeñas avalanchas

El finlandés explicó las vicisitudes vividas el martes, durante el ascenso al Roc Noir, cuando decidieron esperar un día para adentrarse en la arista. «Alberto y Jean Christophe nos tomaron la delantera y cuando se metieron en la pared del Roc Noir provocaban unas pequeñas avalanchas que hacían my peligrosa nuestra progresión. Además el tiempo estaba muy raro. Estábamos hablando con ellos y les veíamos ahí arriba y mientras ellos tenían un sol resplandeciente a nosotros nos estaba nevando. Así era imposible seguir, así que decidimos montar la tienda y esperar al día siguiente».

Pero al día siguiente la montaña seguía siendo igual de imponente y sus condiciones igual de difíciles y los dos alpinistas decidieron darse la vuelta. Ya en el campo base, Gustaffson repetía una y otra vez «grande, muy grande, es una montaña muy grande», mientras sus ojos, inusualmente prominentes en una cara demacrada y quemada por el sol,se perdían en el horizonte.

 


«No tiene buena pinta, pero vamos a intentarlo»

Después de estar todo el día en silencio, salvo fugaces intentos de contacto sin éxito, a las cinco y media de la tarde (hora local), Jon Beloki conseguía por fin hablar por radio con Alberto Iñurrategi:

-¿Que tal os van las cosas? Donde estáis?

-Hemos montado la tienda debajo de la cumbre Este y vemos la Central.

-¿La Central, la cumbre Central?

-Sí.... Se ve mucha roca, no tiene buena pinta, pero nos vamos a animar y vamos a intentarlo.

-¿Y que tal el Annapurna oriental?

-No hemos podido subir. Nos hemos quedado en una repisa, un sitio bastante raro. Y la central tiene muy mala punta.

-No habéis subido entonces a la Oriental, ¿no?

-No hemos subido a la Oriental y no vamos a subir. Hay mucha roca. Nos hemos quedado a doscientos metros del collado.

-Vale, comprendido, muy bien.

-Estamos en la cara norte y mañana vamos directamente al collado.Haremos unos 200 metros y llegaremos al collado

-¿Al collado entre la Oriental y la central?

-Sí, eso es. Y la central también se ve muy mal.

Poco después Jon Lazkano volvía a contactar con Alberto, muy interesado en conocer la previsión del tiempo.

-Jon necesitamos la previsión del tiempo para mañana y pasado.

-Hoy no hemos recibido ningún parte. Tenemos el de ayer.

-Lo necesitamos lo más reciente posible.

-¿Qué tiempo tenéis ahora ahí arriba?

-Está bastante bien. Hay nubes pero son ligeras. No hace mucho viento y estamos bien.

Un rato después, y tras comprobar el correo electrónico, Jon Lazkano volvía contactar:

-No nos ha entrado ningún parte. Sólo tenemos los de ayer.

-Vale. De todas formas mañana le echaremos un tiento. Hay que hacer algunas cosas raras pero le echaremos un tiento y pasado mañana aligeraremos la mochila todo lo que podamos y nos iremos a toda hostia para abajo.

Con el hornillo

-Para la vuelta aligerar peso y tirad todo lo que haga falta.

-Sí, sí, ya lo hemos pensado. Pero nos quedaremos con el hornillo y la tienda de campaña por si no llegamos a l campo tres y nos tenemos que quedar a hacer noche por el camino.

-Vale. ¿Cómo hacemos mañana para comunicarnos?

-Tenedlo abierto todo el día y cuando lleguemos a la central os llamaremos. Luego estaremos un rato en silencio porque a la principal subimos por la cara norte y cuando lleguemos arriba volvemos a comunicar.

-Vale. Hasta mañana. Cambio y corto.