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DÍA 42

Fernando J.Pérez
Enviado especial

Iñurrategi ataca la cumbre rodeado de un gran equipo

· Trece alpinistas hollaron la semana pasada el Annapurna por su cara norte

Lafaille, Viesturs, Iñurrategi y Gustafson ultiman los planes para hollar la cumbre. / F. J. PÉREZ

La empresa merecía la pena y Alberto Iñurrategi decidió rodearse de un equipo de alpinistas fuera de serie para intentar una ascensión sin igual: la arista sureste del Annapurna. Con ellos está ahora en el campo II camino de la cima. Un empeño de este calibre no surge de la noche a la mañana y detrás hay más de medio año de planes, contactos e intereses comunes que han dado como resultado el objetivo de la «experiencia más dura jamás vivida en el Himalaya», según el suizo Erhard Loretan, líder de la única cordada que hasta el momento ha completado esta vía, hace 18 años.

Asumido el objetivo de la Diosa Madre de la Abundancia como único ochomil que le faltaba, Alberto tenía muy claro que no lo iba a intentar por la vía normal de la cara norte. En el año 2000 la visitó con su hermano y la sucesión de avalanchas le puso los pelos de punta. Las posibilidades no eran muchas: la sur es la única vertiente por la que los riesgos los asume el propio alpinista y no depende de una secuencia espeluznante de aludes que convierte la ascensión en una suerte de lotería.

Así las cosas, los planes originales del de Aretxabaleta pasaron por la mismísima cara sur y su mítica vía Bonington: 3.500 metros de pared de hielo y roca abiertos en 1970 en una ascensión que cambió la concepción del himalayismo. Pero la idea no cuajó. Para entonces, Lafaille y Viesturs ya estaban en contacto con Alberto y le habían manifestado su intención de ascender también al Annapurna evitando la cara norte.

A partir de ahí lo acontecimientos se sucedieron con rapidez. El norteamericano conocía a una expedición que el año pasado había intentado esa vía e Iñurrategi se puso inmediatamente en contacto con ellos. Unos cuantos correos electrónicos bastaron para decidir la ruta y definir el grupo que lo intentaría: dos expediciones con infraestructura independiente hasta en el campo base: por un lado los tres integrantes de la expedición Oinak Izarretan y por otro, el francés Jean-Christophe Lafaille, el norteamericano Ed Viesturs y su inseparable pareja de cordada, el finlandés Veikka Gustafsson. Un Dream Team del himalayismo actual.

JEAN-CHRISTOPHE LAFAILLE
Francia (Gap, Alpes). 37 años.
Guía de alta montaña y profesor de la escuela de esquí de Chamonix, donde vive desde 1998.
Ha ascendido 7 ochomiles, 4 de ellos en solitario.

Jean-Christophe Lafaille cumple con todos parámetros del escalador extremo. Pequeño, fibroso y de pocas palabras. Su lenguaje es la acción. ¡Y menuda acción! Sus actividades en solitario, tanto en ochomiles como en Alpes le aseguran un lugar de honor en la historia del alpinismo. Aunque empieza a escalar a los 14 años, es en 1987, con 22, cuando da el salto al logar el primer 8a sin cuerdas del mundo. A partir de ahí inicia una frenética actividad de ascensiones y aperturas de extrema dificultad y en solitario, sobre todo en los Alpes, que en 1991 le lleva a recibir el Cristal de Oro, máximo galardón de la Federación Francesa.

Sin dejar las actividades extremas en Europa, 1992 marca su salto al Himalaya, nada menos que con un intento de apertura en la cara sur del Annapurna que termina en tragedia: Su compañero de cordada, Pierre Béghin, muere despeñado cuando rapelaba a 7.200 m. y Lafaille tiene que hacer todo el descenso (2.800 metros de pared) con 20 metros de cuerda y un brazo roto al caerle una piedra. Tres años después volvería a intentarlo en solitario sin éxito. Mejor suerte ha tenido en los siete ochomiles que ha ascendido hasta ahora, cuatro de ellos en solitario, incluyendo la travesía de los Gasherbrum, una apertura en la cara noreste del Manaslu y el K-2 el año pasado en estilo alpino.

EDMUND VIESTURS
Estados Unidos (Fort Wayne, Indiana). Vive en Seattle. 42 años.
Veterinario (no ejerce) y guía de alta montaña.Ha ascendido 12 de los 14 ochomiles, aunque con polémica.
Ha estado cinco veces en la cima del Everest.


Ed Viesturs, que figura como jefe de la expedición, ha consagrado su carrera alpinística a los ochomiles y muy especialmente al Everest, en cuya cumbre ha estado cinco veces, lo que le convierte en el occidental que más lo ha ascendido.

Es una figura mediática en su país, a lo que ha contribuido sus papel protagonista en la película en formato IMAX Everest , rodada en 1996, y su cameo, además de asesoramiento técnico, en Límite Vertical (1999). Su primer ochomil fue el Kanchenjunga, en 1989 y un año después realizó la primera ascensión al Everest.

Sin embargo, no fue hasta 1994, con cinco ochomiles en su mochila, entre ellos K-2, cuando oficializa su objetivo de conquistar los 14 ochomiles, al conseguir la financiación suficiente fruto de su popularidad como guía al Everest.

A pesar de todo, su carrera ochomilista no está exenta de polémica. Él da por hollados 12 de los 14 (le faltarían Annapurna y Nanga Parbat) al considerar como válida la ascensión al Broad Peak (8.087 m.), donde se quedó a apenas 50 metros de la cumbre, en compañía de Veikka, porque consideraron demasiado peligroso el estado de la nieve en los metros finales. «Era temprano y nos sentíamos muy fuertes, pero debido a lo inestable de la nieve el riesgo era demasiado grande para ganar simplemente unos metros más de altitud», relata en su página web. Parecida polémica tenía con el Shisha Pangma (8.013m.), cuya cima central secundaria holló en 1993 y a donde volvió el año pasado, esta vez para ascender a la principal.

VEIKKA GUSTAFSSON
Finlandia (Espoo). 34 años.
Guía profesional de montaña.
Ha hollado 7 ochomiles y pretende subir los 14.

«Vengo de un país famoso por sus montañas». Y mientras decía la frase, esbozaba una sonrisa socarrona y extendía su mano imitando el gesto de quien señala una amplia llanura. Con ese buen humor se presentó Veikka Gustafsson a los expedicionarios vascos el día que coincidieron en el campo base. Y no le falta razón, El finlandés proviene de un país de nula tradición alpina donde el monte más alto a duras penas supera los 1.300 metros.

Pero la ascensión que realizó al Mont Blanc en 1986, con apenas 18 años, fue un imán que le atrapó en las alturas, donde rápidamente demostró una adaptación a la latitud fuera de serie. Sus dos primeros ochomiles fueron, en 1993, el Dhaulagiri y el Everest, en el que repitió cuatro años después como guía profesional.

Desde entonces, este hombre que considera el relato de Maurice Herzog sobre la primera ascensión al Annapurna «la madre de todas las novelas de aventuras», es la cordada inseparable de Ed Viesturs, con el que ha ascendido cuatro de los siete ochomiles que suma en su carrera por conseguir los catorce.

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Trece alpinistas hollaron la semana pasada el Annapurna por su cara norte

La Diosa Madre de la Abundancia parece decidida a abrir sus brazos este año a los alpinistas que buscan su cima. La semana pasada, trece montañeros de distintas expediciones alcanzaron sus 8.091 metros y descendieron al campo base sin ninguna novedad, lo que es casi más importante que la propia cumbre en esta montaña.Todos ellos ascendieron por la cara norte, que aunque no tienen nada que ver con la vía de la arista este, es un buen presagio para el grupo en el que se encuentran Alberto Iñurrategi y Jon Beloki, que ayer alcanzaron el campo II.

Las trece ascensiones se repartieron en dos días. El 4 de mayo hollaron cuatro integrantes de una expedición coreana y dos días después, el 6 de abril, lo hicieron los otros nueve alpinistas: por una lado el británico Alan Hinkes, acompañado de un sherpa y para el que esta cumbre suponía su undécimo ochomil , y por otro. otros cuatro expedicionarios de un grupo del Ejército indio, al que les acompañaron tres sherpas.

Estas trece cumbres no suponen un récord en el Annapurna pero casi. Sólo ha habido un año con más ascensiones, 1991, con catorce. Además, en 1996 hubo diez y en 1987, once. Al margen de esos años, en las otras 19 temporadas en las que se logró hollar el Morshiadi, nombre con el que también denominan a esta montaña los nepalíes, nunca más de una decena de alpinistas lo han subido en un mismo año.

Pero esta cifra de ascensiones de la semana pasada tiene más mérito si se tiene en cuenta que desde 1999, cuando Juanito Oiarzabal logró su último ochomil , no se había vuelto a pisar la cima del Annapurna. Y además, esta vez la montaña no se ha cobrado tributo alguno. En 1991, sin ir más lejos, cuando 14 personas lo ascendieron, otras seis perdieron la vida en sus laderas. Y es que la Diosa Madre de la Abundancia siempre se ha querido cobrar su precio a cambio de abrir sus puertas. De los 21 años en los que se han registrados ascensiones,sólo en seis de ellos no ha habido muertos.

Sin embargo, el récord de 1991 puede quedar superado en los próximos días ya que otros cincos alpinistas, entre ellos los vascos Alberto Iñurrategi y Jon Beloki, se encuentran en estos momentos encaramados en las empinadas laderas del Annapurna con el objetivo de hacer cumbre en los próximos días por la ruta de su arista este.

En el campo II

Con ese objetivo, Alberto Iñurrategi, Jon Beloki, Jean-Christophe Lafaille, Ed Viesturs y Veikka Gustafsson alcanzaron ayer el campo II, a 6.400 metros, en su camino hacia la cima. El día, excelente, acompañó a los expedicionarios, que para las once de la mañana estaban ya derritiendo nieve en sus tiendas de campaña.

Los dos alpinistas vascos apenas tardaron cuatro horas entre los dos campos de altura después de una ascensión por una nieve en excelentes condiciones. En su comunicación con el campamento base se les notaba que la jornada había sido perfecta. «Todo ha ido muy bien y aquí arriba hace un día espléndido. Para las diez y media hemos llegado al campo II sin ninguna novedad y con el ánimo a tope. Hasta nos hemos comido un bocadillo de chapati con jamón que nos ha sabido a gloria», explicaba Alberto.


Treking mortal junto al campo base
En el Himalaya existen lo que se denominan picos de treking . Son montañas en torno a los cinco o seis mil metros consideradas de baja dificultad técnica y cuya ascensión está permitida simplemente con el permiso que las autoridades nepalíes otorgan a las decenas de miles de personas que cada año vienen de excursión a la mayor cordillera de la tierra.

Pero lo de baja dificultad técnica es sólo en teoría. Y hace unos días quedó desgraciadamente demostrado en una de las montañas del Santuario de los Annapurna, el Hiunchuli, de 6.440 metros. Este imponente pico coronado por dos gigantescos seracs se alza justo encima del Annapurna Base Camp y es uno de los principales actores del gran decorado que rodea el campamento base de la expedición Oinak Izarretan , que ahora espera ansiosa noticias del asalto a la cumbre de Alberto Iñurrategi y Jon Beloki.

Pese a ser escenario de frecuentes avalanchas, la última de ellas ayer mismo, es un suculento caramelo para los trekinistas con pretensiones que llegan hasta el ABC. Eso debió de pensar un montañero británico que, en compañía de un sherpa, intentó hollar su cumbre. Sin embargo, sin haber alcanzado aún los 6.000 metros un desgraciado accidente causó la muerte del guía local y heridas al europeo.

La noticia la trajo hasta el campo base un viejo amigo de los expedicionarios vascos: Josu Iztueta, que en compañía de un amigo se ha acercado hasta allí tras dar la vuelta a los Annapurnas. Josu Iztueta, precursor y realizador de proyectos como Pangea -para descubrir las mayores depresiones de la tierra- o La Nairobitarra -autobús con el que ha recorrido medio mundo- es uno de los grandes aventureros vascos contemporáneos y sobre sus espaldas suma cientos de miles de kilometros por todo el mundo realizados a pie, canoa, bicicleta o cualquier otro medio propulsado por la fuerza humana.