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Fernando J.Pérez
Enviado especial |
La
expedición vasca alcanza el campo base del Annapurna
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Varios porteadores se cubren
con un plástico. |
Un día espléndido recibió
ayer a la expedición de Alberto Iñurrategi en el campo
base sur del Annapurna (CBA), a 4.150 metros de altitud. Al final,
el Santuario de los Annapurnas se decidía a vestir sus mejores
galas ante la llegada del grupo, después de dos días
en los que la lluvia se había convertido en una inseparable
e incómoda compañera de viaje. Sin embargo, la mejoría
fue sólo provisional. Por la tarde, una impresionante nevada
dejó un palmo de nieve en el campo base.
De todas formas, aún quedan varios días de trabajo
para que el campamento quede definitivamente instalado. La expedición
ha decidido asentar la base de operación algo más
arriba del CBA oficial, unos cien metros por encima
en desnivel y a tres horas de marcha, tras cruzar el glaciar sur
del Annapurna.
El objeto de esta decisión es aproximarse todo lo posible
al inicio de la vía que acometerán por la arista sureste
y dejar atrás el glaciar, de forma que no tengan que cruzarlo
cada vez que se dirijan a trabajar en la vía. La instalación
del campo llevará dos o tres días, a partir de los
cuales la expedición iniciará la exploración
in situ de la ruta, si el tiempo lo permite.
Mal de altura
Los planes previstos pueden sufrir algún retraso ante el
plante de buena parte de los 63 porteadores que han subido hasta
el CBA las dos toneladas de material. La última etapa la
han realizado sobre la nieve, algo en principio no previsto, y cuando
se han enterado de que debían seguir aún más
arriba, hasta el emplazamiento definitivo, la mayoría de
ellos se ha negado. Al final, apenas una quincena de los más
de sesenta porter se han comprometido a continuar, previo
pago, por supuesto, de un suplemento por el trabajo añadido.
El problema es que entre ellos deberán transportar las sesenta
cargas, para lo que necesitarán al menos dos días.
El tramo final de la marcha de aproximación ha sido una buena
prueba para la expedición. En las últimas 48 horas
se han salvado 2.000 metros de desnivel y a esta altura la altitud
se deja notar. A 4.200 la proporción de oxígeno es
aproximadamente un 35% menos del que se encuentra al nivel del mar
y el cuerpo lo siente en forma de un leve pero irreductible dolor
de cabeza y un agotamiento prematuro ante esfuerzos que a altitudes
más bajas se realizan sin la menor dificultad. Son los síntomas
más leves del mal de altura, que, salvo inadaptación
persistente, pasan tras unos días de aclimatación.
En zapatillas
Los que no conocen esos problemas son los porteadores. Por si quedaba
alguna duda, días como los vividos, en los que se unen la
dureza del porteo al mal tiempo, evidencian la resistencia de estos
pequeños hombres nepalíes. Con apenas un plástico
para cubrir la carga y la mayoría con unas simples zapatillas
cuando no unas chanclas, completaron las marchas con sus más
de 30 kilos a la espalda, primero bajo la persistente lluvia y ayer
caminando sobre la nieve y el hielo del glaciar.
A estas altitudes también han desaparecido las comodidades
de los lodges de los primeros días. Aunque la
hospitalidad de sus moradores y sus esfuerzos por satisfacer las
necesidades y requerimientos de los provisionales inquilinos compensan
las carencias. Así, la familia que regenta el lodge
de Sinuwa, donde la expedición pernoctó hace dos días,
le ofreció una sencilla pero emotiva ceremonia de despedida
tras conocer que iban a ascender al Annapurna I. Alberto Iñurrategi,
Jon Beloki y Jon Lazkano recibieron el tradicional pañuelo
de seda con el que los nepalíes desean lo mejor a sus receptores
y fueron despedidos con el tradicional saludo de confraternidad
nepalí: «ne mas te». |
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Camino del Annapurna
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El contratiempo:
La mayoría de los 63 porteadores se han negado a ascender más
con las cargas. Sólo una quincena ha aceptado seguir a cambio
de un suplemento por el trabajo adicional.
Situación actual:
La expedición se encuentra en el campo base, a 4.200 metros
de altura. A estas altitudes ya no existen las comodidades de los
lodges y se empiezan a notar los síntomas del mal
de altura, que desaparecerán tras la fase de aclimatación. |
El Santuario de los
Annapurnas |
Tras varios días de persistentes nubarrones, ayer amaneció
un día espectacular que, aunque sólo por unas horas,
abrió de par en par la puerta del Santuario de los Annapurnas.
Así se conoce al grandioso circo que forma el submacizo de
los Annapurnas, en cuyas alturas se reúnen una cumbre de más
de ocho mil metros, ocho de más de siete mil y media docena
más por encima de los seis mil metros. Casi todas ellas visibles
desde el CBA con un simple movimiento circular de la vista. Un sueño
para cualquier aficionado a las montañas. Entre las imágenes
que quedan imborrables en la retina están la cara sur del Annapurna,
uno de los mitos alpinos del Himalaya, la arista sureste de la misma
montaña - la que intentaran recorrer Iñurrategi, Beloki
y Lazkano- o el Machapuchare, uno de los símbolos del Himalaya.
Esta montaña de 6.993 metros con forma de cola de pez -su significado
en nepalí- es una de las últimas grandes cumbres inescaladas
del Tercer Polo. Y no por falta de voluntarios. Su condición
de montaña sagrada para los nepalíes -al igual que el
Kailas- la ha mantenido virgen al cabo de los años, al menos
en su cumbre. La estética de sus perfiles la ha hecho ser siempre
un objetivo apetecible para los alpinistas y, finalmente, en la década
de los setenta el Gobierno nepalí concedió el permiso
de ascensión -el único otorgado hasta ahora- a una expedición
británica. Sólo les puso una condición. Que no
profanasen la cumbre y se quedasen unos metros por debajo de ella.
La expedición cumplió su palabra y el Machapuchare mantiene
su sacralidad impoluta. |
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