|
La escritora Toti Martínez de Lezea
firma libros en la feria. / Julio Calleja |
LOS ESCRITORES EN LA FERIA
Acto de presencia
EL CORREO / 7-12-2003
La meta de un escritor no es sólo publicar un libro. También
tiene que conseguir que se venda, y, para ello, el contacto directo
con los lectores en ferias y la firma de ejemplares se han convertido
en parte del oficio. «Estoy encantada con el cariño
de la gente, que me deja muy asombrada», reconoce Toti Martínez
de Lezea, un ejemplo de los numerosos escritores vascos que estos
días visitan la Feria de Durango.
La presencia de autores va en aumento de una edición a otra,
conscientes de que contribuye a incrementar las ventas en una cita
de tal envergadura. Claro que no siempre ha sido así. Años
atrás, su asistencia era más limitada, según
admiten, por «vergüenza o agobio».
«Durante un tiempo, hubo una posición fría
hacia la Feria. En general, son más bien retraídos
y no les suele gustar, pero es parte del oficio y en la medida en
que van haciéndose más profesionales se hacen conscientes
de que es fundamental. Su sitio es éste», explica el
presidente de la Asociación de Editores Vascos, Jorge Giménez.
En este cambio de mentalidad, los responsables de las casas editoriales
han sido una pieza fundamental. «Yo les digo que es importante
no sólo su libro, sino que ellos mismos estén cerca
de la gente. En una feria, lo importante es que cuando se acerca
alguien ojee el libro y se encuentre de frente con quien lo ha escrito,
lo que no se puede conseguir en una librería», señala
el responsable de la editorial Susa, Gorka Arrese, rodeado por Harkaitz
Cano, Pako Aristi, Edorta Jiménez y Juan Ramón Madariaga.
Joan Mari Irigoien figura entre los reacios que no han tenido más
remedio que cambiar de mentalidad. «Al principio no venía,
me daba vergüenza, pero cuando decidí vivir de la literatura
pensé que había que dar salida a mis libros y me decidí
a acudir. Esas primeras veces todavía sentía vergüenza,
pero con el tiempo se va perdiendo. Además, uno se lo termina
pasando bien. Nos viene bien ese contacto», reconoce.
Timidez o tablas
Cierta timidez transmite Fernando Morillo, el último Premio
Euskadi de Literatura Infantil y Juvenil con 'Izar malkoak', que
ha tenido que alternar hasta tres 'stands' para plasmar su firma
«más de lo que esperaba». «Sin duda, el
premio me ha servido para darme más a conocer, aunque no
era la primera vez».
Más desenvuelto se ve a Jon Arretxe, uno de los autores
más leídos por los jóvenes, quien se muestra
encantado firmando ejemplares de 'Manila konexioa', una novela negra
escrita en clave de humor. «Firmar libros no es un rollo.
Gozo cuando viene la gente con la ilusión de leer»,
comenta orgulloso.
Mariasun Landa, que desde que recibió el Premio Nacional
de Literatura Infantil y Juvenil asegura haber tomado todas las
vitaminas habidas y por haber, tampoco da abasto dedicando 'Krokodiloa
ohe azpian', sobre en el que en todos los casos deja como rúbrica
un rojísimo beso. «Llevo dos horas sin parar».
Menos ejemplares ha podido dedicar Bernardo Atxaga de su puño
y letra, una de las estrellas de la presente edición. Su
presencia en la Feria de Roma tan sólo le permitió
una visita relámpago el jueves por la tarde, jornada dedicada
al sector profesional. Aun así, recordó el vértigo
que sentía al principio, cuando se codeaba con los entonces
escritores «de altura». «Ahora ya asumo esto,
lo mismo que asumo que tengo que coger un avión», dice.
|