Txema Sierra Vitoria

Dos goles en contra en menos de veinte minutos de juego. Dice el refranero castellano que ante grandes males sólo son eficaces grandes remedios y Mané demostró una vez más que es un fiel seguidor de la sabiduría popular. Sin duda, este resultado en contra para un debutante en la final de la UEFA era un gran mal y la salida al campo de Iván Alonso se antojaba como el único remedio de dimensiones similares.

Hasta ese momento, el Alavés había acusado en exceso su falta de experiencia en eventos de esta categoría y su rival había sacado un rédito inmerecido. El noruego Dan Eggen tuvo que ejercer el desagradable papel de sacrificado y el cuadro vitoriano reordenó sus líneas. Abandonó la conservadora línea de tres centrales e Iván Alonso acompañó a Javi Moreno en la punta del ataque.

Como por efecto de las interminables plegarias que en la grada desplegaba la abuela del charrúa, los tres imprescindibles saltitos sobre la pierna izquierda con los que el ariete uruguayo sale siempre al césped sirvieron para impulsar el juego y la moral de todo el equipo.

Los discípulos de Mané comenzaron a olvidarse de lo que estaba en juego y recuperaron el estilo de juego brillante que les llevó hasta Dortmund. Así, apenas cinco minutos después de entrar en juego y en su primera acción clara, Iván Alonso abrió el camino a una reacción épica. Aprovechando la irrupción en el partido de Contra –muy desdibujado hasta ese instante–, ofreció uno de sus golazos de recital.

Centro medido desde la derecha del lateral rumano, salto estratosférico y cabezazo al fondo de la red –muy lejos del alcance del guardameta– del ‘nueve’ charrúa. Esa fue la primera oportunidad en toda la contienda en la que funcionó la conexión estrella anoche del Alavés, la de Contra con los dos delanteros albiazules. Sin duda, los tres pilares fundamentales de la reacción alavesista en la final.

Jarro de agua fría

Pese a que en las postrimerías del primer período llegó un nuevo disgusto en forma de tercer gol inglés, el Alavés había iniciado un camino del que ya no pensaba retornar. Así, con Magno como refuerzo fresco en ataque, el plantel de Mané reanudó el duelo recurriendo de nuevo a sus valores seguros. Una vez más un centro de Contra fue aprovechado por el ‘Pichichi’, Javi Moreno, para acortar distancias.

No conforme con eso, el jugador valenciano aprovechó una falta cometida sobre Iván Alonso para sorprender a la barrera y establecer la igualada. Se consumaba la gesta, con tres actores destacados en la remontada. Restaban aún muchos minutos por disputarse y el Alavés estaba más cerca del título que nunca.

Sin embargo, en una noche en la que el cuadro alavesista recibió un castigo muy duro, Fowler le propinó el penúltimo directo en forma de cuarto gol. Aún así, el Alavés no se arredró y persiguió un agónico nuevo empate con la misma fe que le ha llevado a la consecución de éxitos impensables en las últimas campañas.

De nuevo de cabeza, Jordi condujo a sus compañeros hasta la prórroga. Pese al dramático ‘gol de oro’ final, la remontada ya era épica y ‘El Glorioso’ y sus miembros se ganaron a pulso su histórico sobrenombre, más merecido que nunca.

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