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AULA DE CULTURA VIRTUAL

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Transcripción de la conferencia de la Profesora de Teología de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, Isabel Gómez Acebo - 3

Con el renacimiento y en una cultura occidental que empieza a mecanizarse, se empezó a pensar la relación en términos de dominio del varón basado en la máquina. Fue Bacon el diseñador de un programa que hacía de la naturaleza la esclava fecunda del hombre, un programa basado en el sistema jerárquico según el cual lo inferior está para servir a lo superior. Su propósito queda bien claro cuando dice: He intentado traer a la naturaleza y a todos sus hijos para que os sirvieran y fueran vuestros esclavos. El sistema baconiano utiliza un lenguaje metafórico que hace alusión al rapto, a la violencia, a la tortura, se asumía que se obtendrían más beneficios mediante los métodos violentos. Era el desarrollo del pensamiento del cazador que, como dice Ortega y Gasset, la sangre que fluye en abundancia embriaga, exalta, frenetiza tiene un poder orgiástico sin par. Esta actitud nos ha llevado a la situación actual, a una civilización que Horkheimer y Adorno definen así: La mujer se convirtió en la encarnación de la función biológica, la imagen de la naturaleza, cuyo sometimiento constituye la meta de la civilización. Durante milenios, los varones soñaron con conseguir el señorío absoluto sobre la civilización, convertir el cosmos en un inmenso coto de caza. Era este objetivo al que se orientó la visión del hombre dominada por el machismo.

El saldo final no es bueno, con lo que lo bueno es que pensemos en cómo dar la vuelta al pensamiento para generar un fundamento intelectual de un cambio de praxis. Es bueno que dejemos oír a las mujeres, ya que esta política las ha afectado con más fuerza. Son las más pobres entre los pobres y, junto a la tierra, pueden ser dos pilares nuevos en los que sustentar la mejoría.

La acción popular de las mujeres en muchos lugares del planeta ha llegado antes que la reflexión. Quizás el movimiento de defensa de su tierra más conocido fue el movimiento Chipko, en las montañas del Himalaya, donde las mujeres de una zona que se llama Garhwal protegieron sus bosques de una explotación comercial que quería talarlos. Se abrazaron a sus troncos poniendo en peligro a su propia vida; una política y rebelión que sirvió de modelo y se extendió rápidamente a muchos lugares de la India y a otros continentes. Estas mujeres sabían que su precaria existencia estaba ligada al bosque del que vivían.

Pero al movimiento popular ha seguido toda una reflexión intelectual. Han ido apareciendo toda una clase de trabajos, escritos por mujeres en defensa de naturaleza y mujer, que se conocen con el nombre de ecofeminismo. Se parte de dos posturas opuestas en lo que respecta a la semejanza de la mujer con la tierra. A grandes rasgos, se asemejan a lo que en antropología se conoce con el nombre de feminismo de la igualdad y de la diferencia.

Las feministas de la igualdad niegan que la mujer pueda tener más afinidad que los varones con la naturaleza. Su representante más genuina es Simone de Beauvoir, que postula una no diferencia sustancial entre sexos. La única postura que permitirá que la mujer mejore en la sociedad se consigue por el camino de su masculinización. La postura opuesta defiende el gueto femenino como lugar desde el que puede venir la respuesta liberadora, se debe crear un mundo propio y afín a la mujer. Una cultura que ha despreciado mujer y tierra debe dejar paso a una nueva civilización. Quizás en la cabeza de este grupo la persona más representativa sea Virginia Wolf.

Con todo, los dos grupos tienen algún punto en el que se ponen de acuerdo. Pero antes de entrar en ellos, y dado que estamos en una ONG como es Manos Unidas, de origen cristiano, conviene ver lo que ha influido la religión en este discurso discriminatorio de mujer y tierra.

Dice El Corán que los verdaderos servidores del Altísimo son aquéllos que pisan con cuidado sobre la tierra. En 1967, un profesor de Los Ángeles, Lynn White, escribió en un semanario cuáles eran las raíces históricas de la actual crisis, culpando al cristianismo. Basaba su crítica en tres razones. El establecimiento de un dualismo entre hombre y naturaleza, la insistencia en que la misión del hombre era de dominio sobre la naturaleza olvidando aspectos indispensables de cuidado y atención y la destrucción del animismo, pues resultaba más fácil la dominación sobre seres inanimados e inertes. No podemos despreciar la importancia del cristianismo en la civilización occidental ¿Era verdad la crítica de White?

La tendencia a contemplar la realidad en una antítesis dualista es uno de los pilares sobre los que se apoyó la reflexión cristiana. El hombre era un conglomerado de materia y espíritu que debía su grandeza al segundo. El cuerpo era una cárcel donde estaba encerrada el alma que añoraba por desprenderse de su carne mortal. Esta naturaleza espiritual del hombre le jerarquizaba con respecto al resto de las criaturas y le colocaba en la cúspide de la pirámide. Sólo el ser humano estaba capacitado para mediar entre Dios y el mundo.

La Iglesia contemplaba su misión de conseguir la salvación espiritual de una naturaleza caída y, aunque el cuerpo entraba en la idea de la resurrección, lo hacía por la puerta de atrás, pues sólo era el alma la que podía aspirar a la visión con Dios. Con San Agustín y luego el tomismo, nació la idea de los dos reinos; pertenecer al mundano suponía el rechazo de Dios. Comer, beber, casarse eran actividades necesarias, pero debían limitarse al mínimo.

El dualismo ha perdurado hasta hoy: pensemos, sin más, en que no se podía negar que Jesucristo se había encarnado en un cuerpo mortal, pero primó, a la hora de describirlo, mucho más su divinidad que su humanidad. Marta y María, dos actitudes para desvalorizar la referente al mundo cuando se pueden ver como actitudes complementarias luchar por atender las necesidades materiales pero anclando esa labor del mensaje que llega de los labios de Cristo.

Hijo del dualismo se clasificaban todos los seres, de manera que cuanta más materia, más alejados de la cúspide de la pirámide en la que gobernaba el varón. Antes de admitir la ordenación de las mujeres en 1936, es decir, ayer, la Comisión de Obispos anglicanos encargada de discutirlo apoyó su negación en la siguiente frase: Creemos que acordar la ordenación femenina tendería a una disminución del tono espiritual del culto cristiano.

La imagen de Dios en el cielo tenía que ser la de un varón, pues la mujer no podía encarnar al ser más perfecto y espiritual. Eva era la causante de todo el mal del mundo y los animales están para el disfrute del ser humano. La reciente Catholic Encyclopedia dice de ellos: podemos usarlos, destruirlos a placer para nuestros propios fines, en beneficio y satisfacción propios.

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