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AULA DE CULTURA VIRTUAL

La Fundación Grupo Correo está desarrollando este año un interesante programa de conferencias cuyas transcripciones ofrecemos en El Correo Digital.

"CRISTIANISMO Y TERCER MILENIO"

José Ignacio González Faus

BILBAO, 13 de diciembre de 1999


EL CORREO
José Ignacio González Faus
Como todos ustedes saben, hoy he venido aquí con el objeto de hablarles del cristianismo. Y para que nos podamos situar, agruparé los temas correspondientes a tal finalidad en cinco puntos; tres negativos, en relación con el tercer milenio, en primer lugar, y, en segundo, dos positivos. Si quieren que empatemos y sean tres a tres, se puede dar una pequeña conclusión, también positiva aunque mucho más rápida.

Para dar comienzo a esta exposición, atenderé al primero de los puntos negativos. Porque, para afrontar el milenio, el cristianismo tendría que estar unido y no lo está. La división de las Iglesias es un problema serio, un aunténtico escándalo óademás, en el Evangelio, mandamiento mucho más importante que la existencia de un Papa es que todos sean uno: tú en mí, yo en tí, etc. Y es serio, como digo, porque nos divide, nos mutila; unos vamos por ahí con la mano derecha y otros, con la mano izquierda, o viceversa. El movimiento ecuménico ha quedado un poco paralizado; a veces, mucho más paralizado por las jerarquías de las diversas Iglesias que por las bases, cuando la oportunidad de esta institución para unir a los cristianos estaría, precisamente, en estas últimas. Las jerarquías, en cambio, siguen aceptando la situación tal como está: hay recelos, pero no verdadero cariño, verdadera amistad.

Un protestante y un católico de la base, probablemente, se querrán mucho más que un obispo de un lado y un obispo de otro, los cuales, a lo mejor, son los que salen en la foto abrazándose, ocultando sus afanes competitivos, sus miedos a que los ortodoxos quiten el sitio a sus contrarios, por ejemplo, o al revés. Esto no deja de significar una cierta ceguera, ya que, en vista del mundo futuro que nos viene, lo importante es aquello que decía San Pablo de ´con tal de que Cristo sea anunciado'; igual da que lo anuncien unos o que lo anuncien otros. Sin embargo, ciñéndome a mi Iglesia, parece que lo único que queremos es que sea el Papa el anunciado, y esto es algo que, a mi modo de ver, dificulta que el cristianismo afronte bien el tercer milenio, el mundo que viene. Repito que, a pesar de todo, en las bases es donde esto se percibe mejor, es donde nos damos cuenta de la mutilación que supone que una Iglesia esté separada de las demás.

Yo me he encontrado en El Salvador, por ejemplo, con pastores y pastoras, naturalmente protestantes luteranas, que han venido a Centroamérica porque se dan cuenta de que necesitan incorporar a su Iglesia y a su teología al compromiso con los pobres, y que aquello tan luterano y tan bonito que llaman la justificación por la fe, ´Dios te quiere, y si te crees que Dios te quiere ya se ha acabado aquí el cristianismo', está incompleto, falto de la otra mano: porque Dios te quiere, tú has de querer al rostro de Dios, que son los pobres y demás. Con respecto a este asunto, acaba de publicarse aquí un libro de un chico joven de El Salvador, que retoma la tesis protestante de dicha justificación por la fe, de la que se puede decir, hasta cierto punto, que es un ajuste de cuentas con sus padres en la teología de la liberación, por el peligro de que ésta se convierta demasiado en un fariseísmo, en un esfuerzo por las obras bajo el convencimiento de que ´¡ah!, como nosotros estamos con los pobres, ya somos buenos', en un miedo a perder esta experiencia fundamental de la gratuidad, dada por, según San Pablo, tal justificación. Así las cosas, ésta ha sido mi primera puntualización sobre el tema que nos ocupa ólamento no poder extenderme másó.

Como segundo capítulo oscuro, tenemos la excesiva occidentalización del cristianismo. Se desarrolló en Occidente y se hizo inculto en el mundo grecolatino, por eso hoy se habla -seguramente, alguno de ustedes habrá oído la palabra-, de la necesidad de deshelenizarlo óel año pasado, precisamente, dí una charla en la Facultad de Teología sobre este tema, lo que trajo como fruto la exposición de hoyó. Está claro que el cristianismo del tercer milenio no va a ser eurocéntrico, ni tampoco el único caso. Ellacuría, Ignacio Ellacuría, casi siempre que venía aquí, a España, a Europa, lo decía: ´Tenéis que despertar de ese sueño eurocéntrico, no sois el centro del mundo', etc., etc. Eso afecta mucho a la tradición teológica, catequética, a la formación religiosa que todos hemos recibido. Lo cierto es que, como digo, la entrada del cristianismo en el mundo griego, con Platón y con Aristóteles, fue una empresa sensacional para inculturizarlo óojalá la Iglesia hubiese sabido meterse de la misma manera en la entraña, en la médula de otras culturasó, y toda inculturización tiene unos riesgos, un precio que aquí se pagó y que, ahora que nosotros mismos, europeos, empezamos a dejar de ser un poquito griegos, quizá lo percibamos más, aunque no como aquellos cristianos no occidentales.

Es lástima ver cómo en Asia, por ejemplo, se identifica lo cristiano con algo occidental, cuando resulta que Occidente es el fantasma y el enemigo de todos los países del Tercer Mundo, y cuando además, no lo olvidemos, Cristo era un asiático, no un europeo. Así pues, reduciría a dos parejas, conocidas por todos, las causas de estos lastres negativos, repitiendo lo que he dicho de que la empresa de la epopeya de inculturización fue muy bonita para el cristianismo de hoy, para su occidentalización: por un lado, Platón y Aristóteles, en lo que toca a la formulación intelectual, teórica si se quiere, que es necesaria para cualquier comunidad y para expresar cualquier experiencia, y, por otro lado, la otra pareja de la que también hemos oído hablar desde pequeñines, Constantino y Carlomagno ¿Qué han aportado de negativo al cristianismo? En el caso de la la gran filosofía griega óa sabiendas de que, en vez de Platón, tendría que haber dicho Plotino, neoplatónico casi contemporáneo al cristianismoó, una primera cosa que ha marcado negativamente al cristianismo es el concepto de verdad o el concepto de razón.

El mundo griego habla de una razón muy contemplativa, visual, que mira y domina las cosas al mirarlas. La palabra ëlogosí, que hemos oído muchas veces, significa, al comienzo del Evangelio de Juan, ´razón, ´palabra', ´sentido'; en cambio, tiene un significado muy distinto en el cuarto evangelio, por ejemplo, o en San Justino, primer filósofo un poco neoplatónico. En aquel evangelista, dicha palabra tiene ese sentido hebreo del -dabar-, lo que significa, además de todo lo mencionado, ´acción', porque, para la mentalidad bíblica, el hacer forma parte de la verdad; es decir, no sólo se trata de mirar y saber cómo son las cosas para poder llegar a una técnica, manejarla, sino también de hacer, acción que forma parte del conocimiento. De hecho, este último verbo, en hebreo, se utiliza muchas veces para expresar el acto conyugal, el acto sexual: ´conoció Abraham a su mujer'. Aquí quiere decir que, en esos elementos de la sensibilidad, de la praxis, se conoce algo que no se capta por la pura teoría, y eso es bastante ajeno al mundo griego.

Como he dicho, ya en San Justino, se habla de pura razón, de eso que te dice cómo son las cosas para que tú las manejes, sin necesidad de que entres en comunión con ellas, lo que implica un olvido de la Historia. El cristianismo viene de una tradición, la tradición bíblica donde Dios se revela a través de la Historia, lo cual no quiere decir que ésta vaya a terminar bien, como lo hemos entendido muchas veces, sino que, en el compromiso por hacer un mundo mejor, se puede hacer una experiencia de Dios en ella, mucho más que en todos los demás campos donde el ser humano ha encontrado posibilidades de experimentarlo, en la propia intimidad, en la naturaleza...; no es que éstos se excluyan, sino que todo tiene que estar orientado a la construcción de la Historia. Todo ello se olvida conforme el cristianismo entra y asume las categorías, el esquema mental, como se suele decir, del mundo griego, y, claro, si os fijáis en estos dos puntos, el campo del conocimiento griego ya ha entrado en crisis también en Europa. Con Kant se acabó eso de que nuestra razón llega a la realidad; lo que hay en ella no lo sabemos. Nosotros hacemos un guiso con lo que nos viene de la realidad y decimos que hay, por ejemplo, un color verde óque ciertamente no existeó, o una materia continua óque también es mentira. Más tarde, con Marx y con todo lo que supone, dicta, entra en crisis el olvido de la Historia. Por eso he dicho que la misma Europa se está deshelenizando ella misma.

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