ANTERIOR / SIGUIENTE
Transcripción de la conferencia
de Juanjo de la Iglesia y Tonino- 2
Tonino: O sea que te ocupan unas 40
horas semanales, te riñen y luego, cuando vuelves a casa,
coges a tu mujer y se lo cuentas, que es lo peor. Además,
se comparte; es decir, no es una cosa que te pase únicamente
a ti, sino que es interactiva: lo puedes compartir con tus amigos
a elevadas horas de la madrugada e incluso puedes discutir sobre
los jefes con la familia, que no tiene nada que ver pero que
afortunadamente está ahí y te soporta.
Juanjo de la Iglesia: Como ya hemos
dicho, hay gente que incluso pretende que no tiene jefe, sino
un señor que se llama Chema, que es muy simpático
y que es un compañero más. Éste es el caso
que nos alarmó profundamente, sin duda alguna, por lo
que decidimos intentar reflexionar, con humor, sobre qué
es esto de los jefes, el mangoneo y las dudas que tienen los
empleados acerca de si, por ejemplo, están pasando 40
horas semanales en compañía de un jefe o de un
sifón. Había trabajadores que tenían las
ideas realmente confusas, y aclarárselas precisamente
a ellos fue la intención que nos guió a escribireste
libro, porque al fin y al cabo, todos somos empleados.
Por tanto, empezaremos por definir
qué es un jefe y argumentaremos por qué nos parece
un ser peligroso. A este respecto, Tonino les va a recitar un
párrafo de un libro estupendo titulado Crónicas
de la ultramodernidad, de José Antonio Marina -muy recomendable-;
párrafo que recita hasta en sueños, como he podido
comprobar desde que tengo la experiencia de compartir habitación
con él. Así que, como va con él a todas
partes desde hace un mes, he decidido que lo lea hoy aquí
para ver si deja de obsesionarse con el tema.
Tonino: Y encima ronco ¡Imagínense!
Juanjo de la Iglesia: Eso sí,
es muy considerado porque lleva tapones de los oídos para
los demás -esto es rigurosamente verídico-; entonces,
cuando estás harto, se va y vuelve con los dichosos tapones
para que duermas toda la noche.
Tonino: Algo que nunca haría
a un jefe, a quien simplemente le haría notar que esa
consideración es un rasgo de mi personalidad. No obstante,
como soy compañero de trabajo, llevo tapones.
En fin, ¿por qué un jefe
puede ser peligroso en un momento determinado de nuestras vidas?
Porque psicológicamente ejerce unas cuantas influencias
sobre nosotros. Con respecto a cómo ejerce ese poder un
jefe o cualquier otra persona, el ya citado Antonio Marina dice
que primero utiliza la coacción, que funciona a través
de sentimientos como el miedo, la vergüenza y la culpa.
Obedecemos las órdenes porque tenemos un daño físico
o afectivo; así, cuando, por ejemplo, uno llega a la tarde
a la oficina y el jefe le pone "cara de culo" mirando
al reloj, llega a temer por su integridad física, aunque
cierto es que ahora se hace mucho menos que antes.
Juanjo de la Iglesia: Sí. Lo
del daño físico se hace menos simplemente porque
se ha comprobado que es menos eficaz, no por otra razón,
no vayan a pensar. En los tiempos de esclavitud, de los que ya
hemos hablado alguna vez, existía el invento del látigo
para que los esclavos, aparte de que no había hilo musical
y algo había que oír, funcionaran. Así que
la gente iba al trabajo como de mala gana, circunstancia que,
como nosotros hemos podido comprobar, se mantiene en la actualidad.
En cambio, eso no le pasaba al propietario del Taj Mahal, por
ejemplo, que estaba encantado con su monumento.
Tonino: Efectivamente.
Un segundo motivo a través del
cual podemos sentirnos coaccionados es la recompensa, tanto emocional
como material, que es el dinero -por si tenían alguna
duda-.
Juanjo de la Iglesia: Sí. Hay
quienes se reconfortan incluso cuando el jefe le pasa la mano
por el lomo o le sonríe: «¡qué bien!
Hoy me ha sonreído Chema».
Tonino: «¡Felicidades González!
Muy bien el informe».
Con respecto al tercer modo de coacción,
éste responde más a la influencia en nuestras creencias
u opiniones. El jefe ejerce sobre nuestros cerebros una colonización
para actuar a su acomodo y hacernos creer que la casa en la que
estás posee una gran influencia y que en un futuro vas
a vivir en una casa enorme, rodeado de bienes materiales, de
mujeres hermosas, etc. Normalmente -les advierto-, es falso,
pero algo sí influye sobre ti este pensamiento que tiene
de su manera de vivir, sobre todo porque lleva un BMW y tú
no, y entonces piensas que, con todo lo que te ha dicho, en poco
tiempo podrás ser como él.
Y el cuarto modo de coacción,
que siempre he tenido interés por leer puesto que nunca
me ha quedado claro y así lo podemos discutir entre todos
luego, es la alteración de algún elemento de la
institución; es decir, que el jefe, o cualquier otra persona,
altere nuestra manera de trabajar. Que te quite, por ejemplo,
la máquina de escribir, te la cambie por Internet y te
diga: «ahora toca reciclarse». Evidentemente, tú
estás atado de pies y manos, y tienes que ponerte a sus
órdenes y hacer todo lo que quiera.
Y con esto, ya está, ya he leído
todo lo que quería leerles.
Juanjo de la Iglesia: Esperemos que
no tengas que leer mucho más esta noche.
Tonino: No. Ya noto que la gente está
más contenta.
Juanjo de la Iglesia: Sí, incluso
son mejores personas.
En resumen; en el libro hemos incluido
una idea que nos ha gustado mucho a los dos: «un jefe es
algo más que una persona que organiza el trabajo de los
demás» ¿Y por qué hemos llegado a
esta conclusión? Bueno, nosotros siempre pensamos que
los jefes no son alguien que te quiera hacer algo, no; el jefe
al que nosotros nos referimos es el aficionado a mangonear. No
sólo es que esté organizando el trabajo de los
demás, sino que además le pasa como a los políticos,
que son los jefes químicamente puros: que se atribuyen
prerrogativas que no tienen. En el caso de un político,
la solemnidad y el no dar explicaciones, y en el caso del jefe,
los enfados, las riñas
Tonino: Pontifica, te dice lo que tienes
que hacer, tiene ideas muy claras sobre cómo debes llevar
tu vida: cómo tienes que ir vestido, qué deberías
comer
Juanjo de la Iglesia: Exactamente.
A qué hora te tienes que levantar y acostar, con quién;
todo este tipo de cosas. Por tanto, los jefes verdaderamente
peligrosos, a los que hemos dedicado el libro, son estos jefes
vocacionales, no los jefes que lo son a su pesar.
ANTERIOR
/ SIGUIENTE
Enviar
la noticia a un amigo
subir