Nos encontramos ante el nuevo y personal proyecto de Julián Chivite, que lanza un hijo recién sacado del ‘horno'. Ha apostado en esta ocasión por un rosado, que pueda lidiar de principio a fin toda una comida, y un blanco, que «vuelva a los orígenes, a la autenticidad de la uva verdejo, pensado para el disfrute de los amantes de los blancos con personalidad». Objetivo cumplido, no hay duda. El verdejo es tremendamente varietal, aromático, con recuerdo a golosas frutas exóticas (pomelo, maracuyá, piña) y notas de fruta de hueso, nos viene a la sesera un carnoso melocotón estival, ¡qué rico!. En boca atrapa su fantástica acidez y untuosidad, tiene empaque y el equilibrio del malabarista. Este verano lo sacaremos a pasear para quedar como un dandy en las cenas de copetín.

  Guía de vinos: Rioja, Rioja Alavesa, Ribera de Duero ...