Hubo un tiempo en que se pusieron de moda los blancos fermentados en barrica y pasamos por un empacho de madera asfixiante. ¡Qué hartazgo! Afortunadamente siempre nos han perdido las excepciones. Este monovarietal de verdejo de Rueda es un blanco superior, bien acunado por el roble francés pero con nariz, estructura y acidez de auténtico campeón. Se nota el fondo de vainilla, pero huele sobre todo a piña requetedulce, ¡uhm, qué ricura!, especias, algo de ahumado y hierba recién segada que nos hace suspirar. En boca es cremoso, como un buen cancarro de helado, persistente y con una frescura fetén para los torraos que se avecinan. Inmejorable capricho estival.

  Guía de vinos: Rioja, Rioja Alavesa, Ribera de Duero ...