Muchas generaciones de la familia de Javier San Pedro llevan el vino en la sangre y se han dedicado a mirar al cielo, deseando lluvia a veces, suplicando sol, otras. El pequeño grano de arena que Javier aporta a la tradición vinícola de su familia arranca en 1987, al montar Bodegas Vallobera junto a su esposa, Ana Ortega. Si se sirven una copa de este vino elaborado con Tempranillo y la acercan a la pinocha verán que es muy fresco. Tiene toques lácteos de mantequilla gruesa que provienen de la madera de la barrica y en un rato sentirán el gusto del chocolate y de los caramelos de toffee.