Nos gusta la iniciativa de estos navarros inquietos, que bautizaron su bodega igualito que uno de los más descacharrantes libros de gastronomía escritos, el del gran Julio Camba. Decidieron además sacarle hasta la raíz cuadrada a las garnachas viejas cultivadas en una climatología límite y el resultado es bien original, un caldo con nariz sensual, llena de cerezas, flores azules, como las lilas y las violetas, algo de piel de naranja, café y un fondo mineral. Nos enganchó su boca golosa, como un caramelo de cerezas, con una acidez chapeau, y una frescura perfecta para el ‘torrao’ que se avecina. Para disfrutar esta primavera como el emperador más vicioso de la República.

  Guía de vinos: Rioja, Rioja Alavesa, Ribera de Duero ...