José Antonio Martínez, propietario de esta bodega, pertenece a una familia dedicada desde hace cinco generaciones al mundo de la viticultura. Aquí ya hemos reseñado anteriormente algunos de los caldos de esta empresa, concienciada hasta el tuétano con el medio ambiente. Este Everest solo se embotella en años excepcionales. Hay dos cosas que impactan: su oscuro color púrpura y el ataque en boca, con unos taninos tan recios que parecen troyanos. En nariz, reluce un poco de todo, con una marcada fruta negra, especias, chocolate, tinta y ¡hasta trufa! Peso pesado en su estructura, pero a la vez fresco y con nervio. Vale sus eurillos, pero se trata de un capricho más que justificado.

  Guía de vinos: Rioja, Rioja Alavesa, Ribera de Duero ...