Didier Belondrade, un francés enamorado hasta las cachas de España, decidió en 1994 fundar su bodega Belondrade para, utilizando la verdejo, elaborar blancos inspirados en la Borgoña que saliesen de rechupete. En 2000 estrenó bodega estratosférica a las afueras de La Seca y sus caldos revolucionaron el panorama de la zona. Hoy en día el Belondrade y Lurton es apuesta segura y vende más por el nombre que por la denominación. Cuenta con una barrica fundida, pura mantequilla, una nariz limpia, floral y sedosa, y tanino estrecho y elegante. En boca bien rico, con un punto cítrico, a pomelo y hasta ciruela, y ese punto de caldo bien armado. Eso sí, lo bueno se paga.