Murcia es tierra afortunada; por su florida huerta, por ser cuna del pimentón molido que mejor sienta a la galega salsa ajada y por parir un vino extraordinario que aquí traigo. Lo elaboran con una selección de uvas Monastrell de pie franco y una larga maceración, reposado durante diez meses en barricas de roble francés hasta que suenan trompetas celestiales. Huele a la India, a Samarkanda y a zoco de Estambul atiborrado de cestos de pimienta, clavo y canela. Tiene un 14% de alcohol, pero no se nota ni en nariz ni en boca. Perfecto para acompañar platos de caza con salsas densas y guarniciones de vikingo, aunque les advierto que no es necesario que haga frío invernal para disfrutarlo. Corran a la tienda y compren una caja, que cuesta cuatro duros.