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PRODUCTOS DE TEMPORADA

La ciruela, regalo estival


Carmen Otegui

Con abundancia de aromas, gustos y colores, preciosas a la vista y deliciosas al paladar, las frutas se presentan majestuosas en nuestros mercados. Procedentes de tierras lejanas o de otras más cercanas, su cultivo se remonta a la antigüedad. Algunas se encuentran durante todo el año, otras son de la primavera o del verano. Estas últimas por sí solas constituyen un verdadero manjar de dulzura, con numerosas posibilidades culinarias, como sucede con las ciruelas, auténtico regalo de la naturaleza estival.

El ciruelo pertenece al género prunus y crece en abundancia en los climas templados. Las que se cultivan en Europa pertenecen a la especie prunus doméstica. Es originaria de Persia, Anatolia y el Cáucaso. Considerada como una de las frutas más características del verano, la ciruela, de forma ovoidal o redonda, posee un hueso leñoso y aplastado, que se aloja en el interior del fruto que, a su vez, alberga una almendra no comestible con un fuerte sabor amargo.

Su cultivo fue local durante muchos siglos en el mundo mediterráneo, hasta que en el siglo XIX se extendió a otros lugares de clima templado, siendo ahora California una de las zonas en donde este fruto ha alcanzado más renombre por su calidad y cantidad.

Su cultivo en España es también muy antiguo, pues se sabe que los romanos consumían ciruelas españolas. Barcelona, Valencia, Murcia, Sevilla, Córdoba, La Rioja y Zaragoza, entre otras, son las principales zonas productoras. En Euskadi también es cultivada en muchos caseríos, recibiendo el árbol el nombre euskérico de okarana y la fruta aran.

Puede ser considerado como un fruto de interesante valor alimenticio, pues entre sus componentes fundamentales se encuentran los azúcares e hidratos de carbono. Además contiene vitamina A y cantidades apreciables de la B y la C, así como hierro y calcio. Frescas aportan un 64 por ciento calorías y secas 190.

Variedades
Existen en el mercado más de 300 variedades, diferenciadas por su aspecto, color y sabor, lo que revela la gran amplitud con que se presenta esta fruta. Van madurando escalonadamente, recolectándose la mayoría de las variedades entre junio y septiembre. Aparecen a la venta primero las variedades tempranas, que maduran en junio, y en julio empieza a verse la reina de las ciruelas, la llamada Claudia.

Comercialmente se clasifican en las categorías extra, primera y segunda. Las características mínimas de calidad en todas ellas son que estén enteras, sanas, limpias, sin humedades y sin olores ni sabores extraños.
Por lo general, se consumen frescas, aunque también se utilizan mucho para elaborar confituras, mermeladas, jaleas, compotas, tartas y helados. Y como nos recuerda el sabio refranero, para que resulte más nutritiva y laxante «la ciruela no se pela».


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