El melón, fruta veraniega
por excelencia
Carmen Otaegui
El melón es sin duda una de las frutas estrellas en
cuanto suben las temperaturas debido, fundamentalmente, a sus
cualidades refrescantes. Fruta veraniega por excelencia posee
un alto contenido en agua el 90% de su peso, lo que
le hace muy indicado para combatir los calores y reponer líquido.
Los mejores son los que se encuentran en los mercados de julio
a setiembre, aunque en abril nos llegan los primeros. Pero gracias
a sus diferentes variedades y a su fácil conservación,
es posible encontrarlos durante gran parte del año. Y
además cada vez tienen más importancia comercial,
constituyendo un capítulo importante en las exportaciones
agrarias.
Al igual que sucede con su hermana gemela, la sandía,
el melón no tiene valores alimenticios de consideración,
pero destaca su agradable sabor. Posee un 30% de calorías
y por riqueza en vitaminas A y C, así como por la celulosa
que posee es un alimento muy lazante. De aquí una gran
parte de su fama: Tajadas de melón, buena purga son, dice
el adagio.
Su consumo se ha propagado por todo el mundo y según Linneo,
el melón es uno de los principales frutos que Asia ha
regalado a Occidente, aunque otros autores señalan que
este fruto procede de África. El sabor, tamaño
y color difieren mucho de unos melones a otros, ya que existen
más de cien variedades. Las más representativas
son las llamadas Ogen, Charentés, Cantalupo, Villaconejos,
Tendral, Pinyonet, Pinsapo, Onteniente, etc. Los primeros en
aparecer en nuestros mercados son los Ogen, procedentes de Canarias,
pequeños, casi redondos, de corteza verde y carne verde-claro,
jugosa y dulce.
Elegir un buen melón no es tarea fácil, ya que
para calificar su bondad no basta con la simple visión
del fruto. Pero se indica por los expertos que al buen melón
se le reconoce por su peso: Más peso, mejor calidad. El
melón se toma habitualmente de postre. Pero desde hace
algunas décadas se le incluye en importantes platos de
entrada acompañado de jamón; en ensaladas, con
mariscos. También se utiliza para sopas frías.
Un postre refrescante, apetitoso y a la vez precioso a la vista,
puede ser un melón relleno de fresas. Con un cuchillo
muy afilado se corta el melón por la mitad, horizontalmente
y formando un zigzag en el borde.
Se retira con cuidado las semillas del interior. Se saca un poco
de la pulpa, se corta en trocitos y se deja reposar en el frigorífico.
Se ponen los trozos en un cuenco y se le agregan las fresas espolvoreadas
con azúcar y rociadas con zumo de naranja y un poco de
vino rancio. Se mezcla todo bien y se deja macerar unos treinta
minutos. A continuación, se rellena el medio melón.
Buenísimo.