Semana del 9 al 15 de diciembre de 2006
El percebe es el rey
JESÚS LLONA LARRAURI
El
percebe (Pollicipes cornucopiae) es uno de los mariscos
más exquisitos, para algunos el rey, mientras
la langosta es la reina. Crustáceo y no molusco
como pudiera suponerse por su aspecto, porque durante
su vida sedentaria sufre diversas atrofias terminando
por tener una forma extraña. En el percebe se
distinguen dos partes bien diferenciadas, el pedúnculo,
que es la zona más sabrosa, formado por parte
de la cabeza, los ovarios y los músculos carnosos,
de forma cilíndrica y piel apergaminada con pequeñísimas
escamas casi imperceptibles. En la base hay unas glándulas
que segregan una sustancia cementaria que les sirve
para fijarse a las rocas.
El extremo superior del pedúnculo se encuentra
la quilla o uña del percebe, formada por dos
membranas triangulares que a su vez se protegen por
varias piezas calcáreas, con seis pares de apéndices
plumosos, cuya función es crear movimiento cuando
les cubre el agua de la marea, y crear la corriente
necesaria que proporcionará oxigenación
y alimentación. Alcanza una longitud de 8 a 15
centímetros.
Viven fijados a las rocas en grupos o colonias formadas
por más de cien individuos, en el Atlántico
desde Finisterre y Golfo de Vizcaya hacia el norte y
también en el Pacífico, desde las islas
Aleutianas hasta Chile, pero no aparecen en el Mediterráneo.
Los más exquisitos son los que tienen un pedúnculo
ancho y bien lleno de dimensión parecida a la
del dedo pulgar del adulto, frente a los estrechos y
largos.
Los percebes gallegos son la calidad, en esa franja
del litoral que marca la transición entre el
Atlántico y el Cantábrico, entre la Costa
de la Muerte y los formidables acantilados del cabo
Ortegal. El percebe de sol es el que recibe el embate
de las olas más poderosas y el más apreciado,
el percebe de sombra se fija normalmente en las grietas
de las piedras, en las zonas más resguardadas,
que al recibir menos cantidad de partículas alimenticias,
debe alargarse para atraparlas, es el menos castigado
por el mar, y no desarrolla como el otro.
Los percebes de origen gallego, inconfundibles
para los gastrónomos por su sabor y la textura
prieta de sus carnes, se diferencian del marroqui y
del canadiense por ser más cortos, gruesos y
de tonalidad más oscura, y de los chilenos porque
estos son muy largos y estrechos, con poca carne y sabor.
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