Semana del 22 al 28 de octubre de 2005

Uvas, salud para el otoño

JESÚS LLONA LARRAURI

Los orígenes de la uva son tan viejos como la Humanidad y van unidos a la vida del hombre sobre la tierra. En el Génesis se habla de Noé y su gran afición al vino, las excavaciones realizadas en Mesopotamia mostraron que se conocía 4.000 años antes de Jesucristo, también la cultivaron los fenicios, griegos y romanos y, sobre todo estos últimos, fueron las civilizaciones que desarrollaron la viticultura componiendo uno de los alimentos más característicos del área mediterránea.

Y aunque la uva y el vino se encuentran unidos a diferentes culturas, no debiera hacernos perder de vista su valor como fruta de mesa ni sus beneficios dietéticos. Las primeras uvas de invernadero aparecen en junio, las variedades tempranas siguen hasta septiembre, cuando hacen su aparición las mejores, que se mantienen hasta el final de año aunque existen variedades de uva de mesa en los mercados durante todo el año.

Lo mejor está en la piel donde se concentran betacarotenos, taninos, ácido málico, oligoelementos y antioxidantes. En la uva negra abundan el resveratrol y los bioflavonoides, el primero un antioxidante que proporciona a la fruta y al vino su color tinto. Además, es un buen protector cardiovascular y un anticancerígeno capaz de aumentar las defensas del organismo.

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Rica en azúcares monosacáridos como la glucosa y fructosa, que se asimilan con gran facilidad y aportan energía sin fatigar el organismo, calcio que estimula el trabajo del hígado y los riñones –órganos que limpian y equilibran la sangre–, contiene también fósforo y magnesio. Entre sus ingredientes encontramos también fibra con elementos prebióticos que favorecen el buen funcionamiento del intestino, producen efecto laxante y mejoran la flora bacteriana. La pulpa lleva 2 ó 3 semillas, el 3,5% del total con una considerable riqueza en grasa de donde se extrae el aceite de pepitas de uva, con altos valores de ácidos grasos insaturados beneficiosos.

De sus vitaminas destacan las del grupo B y, entre estas, la B6 o piridoxina, de acción relajante que facilita el sueño, vitamina A, ácido fólico, así como pequeñas cantidades de C. La uva negra aporta unas 110 calorías por 100 gramos y la blanca, 75. Su digestibilidad es excelente para todas las personas, sobre todo niños y ancianos, dada la rápida asimilación de azúcares.


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