Semana del 7 al 13 de enero de 2006
País de buenos jamones
JESÚS LLONA LARRAURI
Suave
y rico al paladar, el jamón serrano es una de
las exquisiteces de nuestra gastronomía. Si preguntamos
a un turista extranjero por sus platos preferidos de
la tradición española, el jamón
serrano aparecerá, sin duda, como una de las
respuestas mayoritarias. Se curan cada año en
España unos 39 millones de jamones y paletas,
casi uno por ciudadano, y se consumen más de
5 kilos de jamón por persona y año. El
jamón es la carne curada de la pierna de los
cerdos, y así el jamón de cerdo blanco
o jamón del país, se elabora con carne
de un cerdo blanco, o sea, un animal de granja cuyas
cualidades para el paladar son más corrientes
que el jamón serrano de cerdo ibérico,
también llamado de bellota por su alimentación,
o de pata negra por su raza que es la ibérica.
La producción de jamones y paletas
de cerdo blanco está muy extendida por todo el
país y el tiempo de curado mínimo es de
cuatro meses aunque puede llegar a nueve meses. El jamón
serrano de cerdo ibérico se clasifica en orden
descendente de calidad: de bellota o montanera el
más exquísito, procedente de cerdos que
viven en el campo alimentados sólo con bellotas,
apenas el 10% del total; de recebo o media bellota
cuyo engorde termina con pienso hasta un 30% del
peso que tenía en montanera; y de pienso
o cebo, alimentado con pienso o cereales, de categoría
inferior.
Se prefieren los jamones de las extremidades
posteriores a los de las anteriores o paletillas, por
su mejor estética al cortarlos en lonchas, aun
cuando el sabor sea prácticamente el mismo. Popularmente
se asocia el jamón a la carne de cerdo y a las
grasas no recomendables. La grasa de los animales alimentados
con piensos es muy insaturada y si comen bellota, más.
Como la grasa monoinsaturada del aceite de oliva, tiene
todas las virtudes de este alimento para reducir el
colesterol y proteger el sistema cardiovascular.
También es rico en vitaminas del
grupo B y fuente importante de minerales como hierro,
calcio, fósforo y zinc. A no ser que exista contraindicación
médica expresa, el jamón curado conviene
a niños, convalecientes y personas sanas. Alguien
dijo que el cerdo es un olivo de cuatro patas. Sin embargo,
por su contenido en sal y riqueza en proteínas,
conviene terner cuidado en los casos de hipertensión
arterial, gota o insuficiencia renal, y en la obesidad.
Un plato de jamón de calidad y un vaso de buen
vino son el binomio de la vida.
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