Semana del 4 al 10 de diciembre de 2004
Langostinos, plato obligado
JESÚS LLONA LARRAURI
Los langostinos se han convertido en
un plato 'obligado' en las mesas navideñas.
Estimados por la calidad de su carne, serán pocos
los hogares que no cuenten con ellos para los menús
de estas fechas, aunque, por su precio asequible, se
consumen todo el año.
En 2003 se vendieron en España
casi 150.000 toneladas de marisco; el 80% eran langostinos
y gambas, casi siempre ultracongelados. Este proceso
permite que se conserven durante unos 24 meses, siempre
que la temperatura sea inferior a 18ºC, de
modo que, cuando el tratamiento es correcto, no tienen
por qué sufrir variaciones en su calidad nutritiva,
aunque sí pueden producirse con el tiempo cambios
en su textura.
Sus
características generales deben ser: consistencia
firme, aspecto correcto, color, olor y sabor propios,
así como no presentar melanosis, alteración
que sufre el marisco al deteriorarse y que se aprecia
porque se pone negra la cabeza. Cuando el langostino
presente esta anomalía, debe rechazarse. Pero
debe tenerse en cuenta que lo normal es que los langostinos,
en origen y en bloque, se hayan glaseado; es decir,
regado con agua potable de forma que, al congelar, se
cree una capa de hielo que los proteja de posibles pérdidas
de su agua interior, lo que modificaría su sabor
y textura.
Si todo el proceso reseñado es
normal, la calidad del género la marca su procedencia:
los calembo o tigre, con rayas rojo y blanco vivas,
carne fina y apreciada, proceden de África; lo
mismo que los banana, de color más pálido
y piel más gruesa; o los marfil de cola azul,
los mejores, de Centroamérica y Sudamérica.
Los más baratos son los de Ecuador, que se pelan
con dificultad, arrugan la piel y se les pone la cabeza
negra; los de Asia son poco frecuentes y lo mismo los
australianos, de calidad sólo aceptable. Los
carabineros son de la misma familia que los langostinos
y se les conoce como 'chorizo rojo', aunque
en algunos lugares les llaman morunos y su carne no
tiene la misma calidad.
El consumo masivo lo representan los
capturados en aguas americanas, llamados allí
camarones, de calidad muy variable. Aportan muchas proteínas,
apenas grasas y nada de azúcares ni fibra, mucho
colesterol (150 mg) y sodio (360 mg.), lo que debe alejarles
de los hipertensos y personas con problemas cardiovasculares.
Los aditivos cuantos menos, mejor son el
E-222 o bisulfito sódico, conservante y blanqueante;
también el E-223 y el E-224, el E-300 ácido
ascórbico o vitamina C y el E-330 o ácido
cítrico, estos dos últimos, menos agresivos.
Olvidado queda ya el ácido bórico, muy
tóxico, añadido para evitar la melanosis,
prohibido en 1965.
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