Semana del 17 al 23 de junio de 2006
Los helados
MARÍA JOSÉ SÁNCHEZ
Sobre gustos no hay nada escrito pero
a la hora de hablar de helados, la mayoría se
sigue decantando por los sabores tradicionales. Y no
será porque falta variedad. La asociación
empresarial de elaboradores artesanos y comerciantes
de helados y horchatas tiene registrados más
de trescientos sabores diferentes y de lo más
originales. A lo mejor no sorprende especialmente un
helado de maracuyá. Puede ser más curioso
uno de muesli. Pero hay sabores realmente increíbles.
¿Se imagina uno de callos a la madrileña?
Pues lo hay.
«La
mayoría de helados considerados raros
tiene sólo un uso gastronómico y se fabrica
por encargo de restaurantes. En los establecimientos
tienen poca salida», explica el presidente de
la agrupación española de estos profesionales,
José Luis Gisbert. Muchos clientes siguen prefiriendo
los sabores tradicionales. Los que más se venden
son: frambuesa, vainilla, turrón y chocolate.
Los de toda la vida.
Pero siempre los hay osados. Para ellos existe el siguiente
abanico de posibilidades. Y no tiene desperdicio: helado
de carajillo o de hígado en salsa, crema de polvorones,
pipas de calabaza, maíz dulce, mejillones en
escabeche, arroz con leche, peras al vino, crema helada
de gambas, enebro, zarzaparrilla, hinojo, tomillo, queso
de cabra, queso holandés, muesli, mirtilo, maracuyá,
pomelo rosa, padía sanguina, pastel de batata,
tequila con limón
«El mercado del
helado artesano en la actualidad está en alza
y tiene que responder a todas estas peticiones peculiares»,
reconoce Gisbert.
En
la elaboración del helado de calidad es de vital
importancia la selección de materia prima. España
dispone de una de las más variadas ofertas de
ingredientes naturales: cítricos, frutos secos,
leche y nata
La fusión de estos productos
y la combinación de sabores ha permitido que
traspasen fronteras: naranja de Valencia, pasas y vino
Moscatel de Mágala, leche merengada, horchata
de chufa, turrón de Alicante y Jijona... se venden
en otros países. La necesidad de innovar para
no aburrir hace que los productores lancen nuevas propuestas
cada temporada. «Intentamos hacer diseños
divertidos que combinen un sabor tradicional con una
novedad: chocolate con conguitos, nata con galletas
oreo...».
El barquillo, en desuso
Pero aunque la producción es variada y de calidad,
los fabricantes de helados no son profetas en su tierra.
«Nuestras cifras de ventas se alejan de las de
otros países. Aquí es raro a ver una persona
trajeada comiendo un helado por la calle. Sin embargo,
en otros puntos del planeta es una imagen muy habitual».
Por lo menos, la población española consumidora
de helados aumentó en 2005 en un 3,6%. «Por
primera vez el consumo en el hogar se equipara al consumo
fuera del hogar.
Y la mayoría de las personas que toman helado
lo hace de dos a tres veces por semana», señala
un informe elaborado por la Asociación Española
de Fabricantes (AEFH), que engloba las marcas más
importantes del país. Esto significa que el helado
está perdiendo poco a poco su carácter
estacional y que la población lo está
integrando paulatinamente como alimento de la vida cotidiana,
y no sólo como postres o merienda.
Lo
que sí han notado los profesionales del sector
en los últimos años es que aumenta el
consumo de helados en tarrina en detrimento del barquillo.
«El envase tiene más capacidad que el cucurucho,
mancha menos, es más fácil de consumir
y no gotea», apunta Gisbert. Al final el cliente
busca una manera de contrarrestar el calor de una forma
sencillla. Para este fin al helado le ha salido un competidor.
El granizado está en pleno apogeo y se está
convirtiendo en algo recurrente contra las altas temperaturas.
Esta bebida, a base de fruta y hielo picado, también
ha aumentado su oferta. Además de los tradicionales
sabores de naranja y limón, hay de fresa, mango,
sandía, café, chocolate y menta. «Ahora
los fabricamos de infusiones, de plantas medicinales...
es un nuevo campo a explorar», apunta Gisbert.
Los heladeros comienzan esta campaña veraniega
optimistas. «El años pasado se consumieron
350 millones de litros de helado, lo que equivale a
un consumo de ocho per cápita», apuntan.
Si hiciéramos un perfil de los clientes, el grupo
de edad que ha representado los mayores consumos se
sitúa entre los 26 y 35 años. Por regiones,
la zona donde se consumió mayor número
es Andalucía, seguida de Levante y Cataluña,
mientras que en el lado opuesto se encuentra la zona
norcentro (Cantabria, Palencia, Burgos, Logroño,
Pamplona y País Vasco).
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