Es una expresión políticamente incorrecta, pero se les escapa a casi todos los que prueban este bocado: una rebanada de pan sobre la que se dispone un huevo de codorniz y que se enriquece con alegría riojana y chorizo: ¡Está cojonudo! De la exclamación surgió el nombre del mítico pintxo de la calle Laurel, una combinación explosiva que ya es un clásico de la gastronomía riojana. |
Las felipadas tienen su historia.
Hace 53 años, un cliente, Felipe, le dijo a Teo, dueño
del local en aquella época, déjame hacer unos pintxos
para mis amigos. Cogió pan, que embadurnó con mayonesa,
anchoas, lechuga y un poco de picante. Gustaron tanto
que desde entonces se hacen cada día por decenas. Sólo
una cosa ha cambiado desde entonces: el pan. Desde 1977
es de molde. |
La pasta china se hace en un aparato llamado nido. El bacalao se fríe, luego se lamina y confita en aceite. Sobre la tulipa se va montando una base de piperrada, con pimiento verde, rojo y cebolla picada. Encima se montan las láminas de bacalao con hoja de roble y se echan unas gulas y una vinagreta. |
Sobre una rodaja de pan tostado se pone un trozo de 'secreto ibérico' a la plancha. Encima se coloca un rollito de cecina de León, muy fina, rellena con un puré de patata con piperrada, que lleva pimiento verde, rojo y cebolla pochada. Se adereza con una rama de perejil. |
Un sorprendente revuelto de gulas y langostinos acompañado de salsa verde, envuelto en un saco de pasta bric y todo ello coronado con un puerro frito |
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