Es el pintxo estrella del bar restaurante del barrio de Igara. Una brocheta con tomate cherry, queso crujiente y rape, acompañada con calabacín salteado y una reducción de vino. La combinación es exquisita. |
Sobre una lámina de tomate escaldada se pone un picadillo de verduras y pollo con reducción de Coca-Cola. Todo ello se cubre con una viruta de Idiazabal y se gratina. El pintxo se adorna con una guindilla, que hace de cola del pollo, y la piel del ave, que tostada parece su cabeza. Todo va sobre un chupito del caldo del pollo. |
Se marina el atún rojo, picadito, con jengibre, ajo, lima, soja y aceite de sésamo. En el bocado siempre se pone algo crujiente, una pasta Kataifi que, a veces, tiene forma de rulo y otras de cestillo. Dentro va el tartar. Quedan unas bolitas que al masticarlas estallan en el paladar. |
Sobre una rodaja de pan, un trozo de queso Camembert que casa a la perfección con una loncha de jamón ibérico. Todo va aderezado con cebolla confitada y caramelo de Módena. Y para los que lo prefieran, existe una variante: cambian el jamón ibérico por jamón de york. |
El ravioli es una pasta hecha con la carne del langostino, aceite y cebollino picado. Se rellena con una brandada de puerro con un poco de nata, para que cuando el personal muerda el bocado explote como un bombón. Se hace una purrusalda con almendras, muy bien trituradas, y se decora con germinado de remolacha. Se presenta en un vaso de chupito. |
© DIARIO EL CORREO, S.A.U.