La verdura del mar
Cocinar algas es una tarea
sencilla siempre que se pasen por alto los prejuicios.
La cebolla les va bien y el arroz y el pescado, mejor.
Al menos, éstas son las combinaciones que eligen
los 'chefs'
[Variedades
comestibles]
ITSASO ÁLVAREZ
 |
Propiedades
Alto contenido
en sales minerales y oligoelementos
Lo que produce un efecto alcalinizante en la sangre
y refuerza el sistema inmunitario. Una cucharada
de algas ofrece al organismo todo lo necesario
para mantener un correcto metabolismo celular.
Gran cantidad
de vitaminas
A, C, E y B12
Hace que actúen contra el envejecimiento,
protegen la piel y las mucosas de los radicales
libres.
Más
proteínas vegetales que las verduras terrestres
No contienen grasas saturadas, por ello no producen
colesterol.
Efecto saciante
Aportan un tipo de fibra que estimula el buen
funcionamiento del intestino grueso.
Más
hierro que las lentejas
Además, son ricas en yodo, cobalto, magnesio,
calcio (aportan más que la leche), fósforo
y potasio.
No aptas
para hipertensos ni para personas que sufran de
hipertiroidismo
Esto es debido a su alto porcentaje en sodio.
|
Consumimos algas, sin darnos cuenta,
cuando tomamos un helado, un flan, mayonesa, nata, paté...
Tiene su explicación: entre los componentes de
estos alimentos se encuentran los denominados 'extractos
de algas', que se añaden durante el proceso
de fabricación industrial porque se ha comprobado
que ayudan a mejorar la consistencia del producto. Pero
esto no es más que la punta del iceberg. Porque
las algas, de las que se dice que son «las verduras
del mar», también se comen. Y se cocinan.
En la gastronomía oriental constituyen un ingrediente
básico. Además de ser el principal productor
y exportador, Japón es el mayor consumidor mundial
de algas por habitante. Por eso la mayoría de
las especies conocidas tienen nombre de origen nipón.
En Irlanda, en Alemania y en Austria, las han utilizado
desde siempre, como alimento, y como fármaco.
En España aún no están asimiladas
en la dieta. Tienen un espacio, reducido pero propio,
en los restaurantes naturistas y vegetarianos, aunque
su uso se hace cada vez más patente en la alta
cocina.
Clemente Fernández Sáa,
experto en navegación a vela y empresario, nacido
a las orillas de la Bahía de Vigo, fue uno de
los pioneros en Galicia del naturismo y de la agricultura
ecológica. De los primeros en utilizar las algas
como fertilizante, se dedicó después a
estudiar su potencial en la alimentación humana.
Hace casi una década que fundó, junto
con su hermano Fermín, la empresa Algamar, que
se dedica a la recolección de estos vegetales
por la costa gallega y su transformación en comestibles.
«Hoy en día, nuestra gama es bastante amplia.
Tenemos pastas, sopas, patés, sazonados y, por
supuesto, algas para cocción», explican.
Tras estos productos elaborados hay todo un proceso
de recogida, selección y tratamiento que suele
durar varios meses y que empieza cada primavera y en
verano, cuando los días tienen más horas
de luz.
La primera fase es artesanal: la mayoría
se cortan cuando emergen a la superficie al bajar la
marea. De ellas se escogen las que no están marchitas
y se encuentran en pleno desarrollo. Otras, en cambio,
se recogen en seco aprovechando las horas de bajamar
en mareas vivas. Pueden llegar a recolectarse 1.500
kilos de algas al día, que deberán ser
transportadas hasta los secaderos, donde el aire y el
sol se encargarán de dejarlas listas para trocear,
empaquetar y almacenar. Eso, una vez desechadas las
partes no aptas para el consumo humano. A continuación,
en Algamar se lleva a cabo el proceso de deshidratación,
para que puedan transformarse en todo tipo de alimentos.
Y para ello contratan ya a empresas especializadas.
El último paso es introducir las
algas ya tratadas en el mercado, «que no es fácil».
Por el momento, estos preparados sólo se encuentran
en tiendas de dietética. Sabedores del recelo
que causa aún este producto en el consumidor
de a pie todos hemos tenido en alguna ocasión
desagradables encuentros con algas verdes o marrones
en la playa los dos hermanos suelen organizar
jornadas informativas y seminarios y mantienen contactos
con 'chefs' de renombre que suelen utilizar
estas plantas oceánicas en sus menús más
creativos o exóticos. Además, César
Fernández Sáa ha escrito un libro donde
describe las propiedades de las verduras marinas, un
manual que no falta en ningún establecimiento
de productos de dietética y naturismo y en herboristerías.
Amplias posibilidades culinarias
No todas las algas que hay en el mar
son aptas para el consumo. De las 25.000 especies catalogadas,
apenas medio centenar son digeribles. Pero, ¿cómo
se cocinan estas verduras? Los especialistas aseguran
que la preparación es muy sencilla, siempre que
se tengan en cuenta dos reglas básicas: que el
tiempo de remojo y cocción sea el adecuado; y
que no superen el diez por ciento del total de ingredientes
o los 10 gramos secos por persona. Todos los tipos de
algas que se compran en seco necesitan de un remojo
de unos veinte minutos mínimo. El agua hará
aumentar hasta siete veces su volumen en seco.
Si van a formar parte de un plato cocido,
asado, guisado o frito, se hierven como se hace con
el resto de las verduras. El agua utilizada para la
cocción se puede guardar para aprovecharla en
sopas o caldos, y no desperdiciar así la gran
canti dad de sales minerales que posee. Preparadas en
la sartén o en guisos, las algas van bien con
cebolla, tomate, pimiento y especias, como guarnición,
y con cereales como el arroz. Y mejor todavía
casan en pizzas, en revuelto o en empanadillas, como
relleno. Es una verdura que tiene la virtud de ensalzar
el sabor de otros alimentos más suaves, como
la pasta, las harinas, precisamente por el contraste
de gustos. Pero también sucede que, en platos
fuertes y picantes, las algas pasan desapercibidas,
y en este caso prevalecerán sus propiedades para
la salud: ayudan a suavizar la digestión y atenúan
la pesadez.
Hay quien se atreve a prepararlas en
ensalada, sin más condimento que una salsa 'a
la japonesa', de soja y jengibre; acompañada
de pescados o mariscos conforman una combinación
del todo marinera. Y en todo caso, conviene tener en
cuenta que, al tratarse de un producto más bien
salado, hay que disminuir la cantidad de sal. En el
frigorífico se conservan bien durante varios
días. Las deshidratadas hay que colocarlas en
un recipiente hermético, en un lugar fresco y
seco, alejadas de la luz. Todas se pueden congelar,
excepto una variedad denominada Varech.
Unas y otras conservan ingentes propiedades:
son antivíricas, antitumorales, anticancerígenas,
combaten la hipertensión, el estreñimiento,
las úlceras, reducen el colesterol, mejoran el
metabolismo y apenas tienen calorías. Con decir
que los astronautas, en sus expediciones, llevan microalgas
por el alto contenido en proteínas que éstas
tienen... Y ello, sin que la mano humana haya intervenido
en demasía. Como el resto de las plantas, las
algas crecen, se reproducen y mueren. Pero, a diferencia
de las terrestres, no necesitan siembras, abonos y riegos.
Se valen por sí mismas. Y ahí también
radica su valor.
Más información
Algas
de Galicia. Las verduras del océano Atlántico
(Editorial: Algamar).
Tlfno: 986 404 857
[SUBIR]
Variedades comestibles
Aunque
se conocen 25.000 especies de algas distintas, sólo
un reducido número son aptas para llevar el sabor
del mar a la mesa. Entre ellas, las que siguen a continuación.
Nori. De hojas finas, aromática
y de sabor intenso, pero agradable. Resulta ideal como
guarnición de ensaladas, pasta, sopa o mezclada
con cereales o frutos secos. Con este tipo de alga se
elaboran los típicos rollitos de arroz japoneses
(los makis).
Kombu. Es un alga con láminas
gruesas y alargadas, de sabor fuerte y dulce. Su dulzor
proviene del ácido glutámico y de la fructuosa,
dos azúcares simples que no aumentan el nivel
de azúcar de la sangre. Por ello, pueden ingerirla
los diabéticos sin problema. Esta variedad es
una de las más ricas en yodo y se le atribuyen
numerosas virtudes. Ablanda la fibra de otros alimentos,
como las legumbres. Idónea para caldos, sopas,
estofados y condimentos.
Lechuga de mar. Alga verde, flexible,
de sabor pronunciado. Cruda y hecha tiras , acompañará
las ensaladas y las verduras frescas. Cortada, ornamentará
las salsas, sopas o vinagretas. La forma de su hoja
permite usarla como una chorrera.
Wakame. Su apariencia recuerda
a la de una escarola grande. De sabor suave y especialmente
rica en calcio y hierro, es una de las especies más
indicadas para iniciarse en el gusto de las algas. Se
recomienda para niños y madres gestantes. Tiene
once veces más calcio que la leche. Cocida, puede
mezclarse con verduras.
Dulse. Alga roja. Su nombre procede
del gaélico 'dils' (alga comestible)
y no tiene nada que ver con el significado de azucarado.
Se dice que la mascaban los guerreros celtas. Ahora
se utiliza en el norte de Europa: fresca, como sustituto
de la verdura; y seca, en forma de aperitivo y condimento.
En los bares de Irlanda, la Dulse se pone de aperitivo
acompañando a la cerveza negra.
Hiziki. Largos filamentos que
pueden tener un metro de longitud, de color marrón
y fuerte sabor. Favorece la elasticidad y el brillo
del cabello, así como el crecimiento y el fortalecimiento
de las uñas. Perfecta para combinar con arroz
integral o en ensaladas, salsas o con cereales o verduras
cocidas. Antes de cocerla, debe estar a remojo quince
minutos.
Espagueti de mar. Alga parda alargada
de hasta dos metros. Se encuentra en los
litorales de aguas bravas y se cultiva en el Atlántico
Norte. Es muy valorada en la cocina natural. Se fabrican
con ella empanadillas, pizzas, embutidos vegetales,
pasta, patés, panes, condimentos, salsas, latas
de conserva y hasta aperitivos como calamares de algas,
pues su sabor recuerda a la sepia y a los chipirones.
Agar-agar. Gelatina vegetal muy
nutritiva (sus hojas son transparentes) que se suele
utilizar como espesante en sopas, zumos, confituras
y postres. Debe remojarse en agua veinte minutos y ponerla
a fuego lento hasta que se disuelva. Es digestiva y
no tiene casi calorías, aunque sí muchos
minerales. Para aprovechar al máximo sus cualidades,
se puede tomar cruda después de haberla remojado
y desalado.
Musgo de Irlanda. Allí
se utiliza para elaborar su típico flan con leche
y como jarabe anticatarral. En las costas bretonas tiene
un uso muy parecido: hervida con leche, se endulza y
se aromatiza para elaborar un postre llamado 'pioca'.
Y siempre con el fin de usarla como tónico respiratorio
y en transtornos urinarios.
Fucus. Alga parda de pequeño
tamaño. Uno de sus usos es como tisana adelgazante
antes de las comidas, sola o mezclada con hierbas. Sus
propiedades antinflamatorias y anticelulíticas
la hacen recomendable para uso externo en pomadas y
cataplasmas.
Los fideos de mar. De forma muy
delgada ,el fideo de mar es una alga morena, tierna
y yodada. Acompaña el pescado , las verduras
o las tortillas de verduras o de mariscos.
|