Un plato que se identifica con la más pura tradición navarra, que la expone tal cual dicta la costumbre. Unos corazones de alcachofa muy limpios, impecables, que aparecen cocidos convencionalmente, deshaciéndose cremosamente en boca. Sabor natural, amargo, propio de la hortaliza y mínimamente ácido. La salsa, a su vez, obedece a la identidad típica, ligada con patata y aceite, si bien en ella prevalece el gusto de la alcachofa. Tras alcanzar temperatura, requiere moverse en círculo de forma persistente para completar el ligado tras calentar.

El jamón aparece quizás un tanto cocido, aunque cabe enriquecerlo si se quiere acentuar el tono cárnico más que vegetal, con lascas recién cortadas, que adquieran temperatura sin que se cuezan. Simplemente calentar brevemente en el horno o como marcan las instrucciones.