No hay tato al que no le mole la pasta, pero dar con una de calidad es tarea más ardua de lo que pudiéramos pensar. A los de Sanmartí la tradición les sienta de perlas, pues llevan desde 1700 experimentando con la transformación del trigo en harina y de la mezcla de ésta con agua, para elaborar las mejores pastas. Empezaron a tratar la masa domando su forma y textura e inventaron un artilugio de madera con orificios de salida en el que, apretando con precisión, conseguían pastas de larga duración. Un porrón de años después, siguen elaborando pasta genuina, utilizando trigos duros de primera calidad y aguas termales de la zona. Aunque parezca mentira, el secado lo consiguen al abrigo de armarios de madera, y la presentación no puede ser más refinada. Si las prueban, descubrirán que tienen una fantástica textura y sabor. Da gloria bendita zampárselas sumergidas en salsas o hervidas, sin más, con un hilo de aceite o una nuez de mantequilla.