Frial es una empresa madrileña que lleva ya 60 años implantando en la industria los mejores estándares de la charcutería artesanal. Entre sus productos más emblemáticos se encuentra esta cabeza de cerdo ibérico -lo que toda la vida viene llamándose cabeza de jabalí-, de factura excelente, producida a partir de las partes más nobles del cerdo ibérico para este tipo de elaboraciones, por el origen del bicho y por la utilización de las carrilleras y las lenguas que le aportan una suculencia de impresión. La pieza, que tiene un pintón de escándalo, aparece salpicada de pequeños pistachos que le dan su puntillo. Además, tiene un fondo levemente especiado muy seductor. Se puede comer en lonchas, que al corte se descubren tremendamente jugosas y tersas, o incluso hornear la pieza entera para comerla en plan rosbif, con un grosor un poco considerable, y quedarnos tan panchos. Si la cabeza de jabalí nunca ha estado entre sus debilidades, opten por el jamón ibérico asado pata negra.