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Joven con linaje
Rafael García SantosPor regla general, es normal que cambien las formas acordes con la edad y evolucionen en consonancia con los tiempos. Pero en esencia, el restaurante de Óscar Alberdi es el mismo que la casa paterna, Bola-viga, donde se formó y trabajó. Cocina evidentemente tradicional vasca con alguna que otra escenografía que se sale de los parámetros típicos; puntos de cocción actuales, sabores realmente suculentos y salsas para dar y tomar; comida copiosa. El menú tiene como grata obligación el bacalao. Si de elegir uno se trata, indudablemente nos inclinamos por el Club Ranero, que se presenta en grandes y delgados lomos, con láminas tornasoladas, jugosas y sabrosas. Las piezas conservan su identidad a pesar de la abundante guarnición de pimientos verdes, tomate, cebolla y verduras cortadas en trozos inmensos. La salsa, en cantidades ingentes, está sutilmente rebajada por el jugo de las hortalizas; realmente apetitoso. Si la opción son dos platos, por delante o por detrás podemos elegir un potaje cada día de la semana se ofrece uno distinto: patatas a la riojana, alubias rojas con berza y sacramentos, lentejas con chorizo, porrusalda y cocido montañés, resultonamente hecho. O decidirnos por un rabo de vaca, sabrosísimo. Los pedazos y la salsa valen bastante más que que los adornos: patatas risoladas, rodajas de zanahoria y setas. A tener en mente el foie gras cocido y escabechado en casa, el pudin de queso de cabra y puerros con ensalada, las kokotxas de bacalao fresco con aromas de ajo, aceite y vinagre y los morros y callos en salsa vizcaína, en los que prima la gustosidad sobre las valoraciones gastronómicas. Y siempre se asegurara el éxito con las formulas de bacalao, sea al pil pil, con salsa roja, o al ajo arriero con gambas, una propuesta sui generis, que viene a ser una mezcla de la receta que le da nombre y un Club Ranero. Óscar Alberdi ofrece una carta con sus especialidades para llevar a casa, en la que los derivados del bacalao son también el rey. |
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