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Clasicismo y discrección
Rafael García SantosCocina tradicional desarrollada con corrección. Juegan un papel importante dos factores: se persiguen unos precios competitivos y la rapidez en el servicio. Todo ello configuran un restaurante que conecta con mucha gentes y que persigue agradar y dar un servicio, evidentemente profesional, sin plantearse ni exquisiteces ni filigranas. Al restaurante de Iñaki Lasa, en el que oficia Emilio Ramírez y en el que dirige la sala José Antonio Gómez, se acude a comer bien, a buen precio, con celeridad... valores urbanos, como corresponde a un local situado en el corazón comercial de Bilbao. Estupendo jamón y muy dignas croquetas, donde el sabor del bacalao, nítido, supera a la cremosidad de la bechamel, discreta. La ensalada de langostinos con salpicón de calamares tiene en el aliño su punto más relevante; siendo normales los productos marinos. En el surtido de alcachofas con trigueros y hongos es menester resaltar que cada componente ha experimentado una hechura independiente, lo que potencia su identidad. El pulpo a feira, con ensalada tibia de pimientos, se desenvuelve en un tono aceptable, destacando el vegetal. Los medallones de merluza frita con piquillos atestiguan técnica: corte, velo áureo, prudente cocción... Como satisfactorios hemos de considerar los bacalaos, sean
al pil pil o a la vizcaína, con unas hechuras convencionales,
sobre todo en los realces, realmente suculentos. Y los jamoncitos
de zancarrón glaseados están satisfactorios, respondiendo
una vez más a una línea clásica y resultona
en la que no resaltan excesivamente los méritos culinarios. |
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