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Asador castellano (5)
Rafael García SantosLos mayores atractivos de este asador castellano lo representan la ambientación del local plena de idiosincrasia zonal y la oferta en sí misma, en cuanto a todos nos gustan los platos típicos de esa región, que tiene por protagonistas al producto chacinería, quesos, etc. y al asado, con el cordero como estrella y el cochinillo como segundo florón. A partir de ahí, todo se desarrolla tan normal como de costumbre en este tipo de establecimientos, en los que los méritos culinarios suelen ser los justos para aprobar. La morcilla de Burgos aparece impecablemente frita, crujiente por fuera y jugosa por dentro, si bien el embutido es nada más que correcto. Las mollejas al ajillo pasan sin llamar la atención, ni para bien ni para mal, presentable de género y de fritura. Error conceptual en las pencas de acelgas y jamón, rebozadas por un manto de harina y huevo, en cuyo centro dicen que se encuentra txangurro; evidente ejemplo de indefinición gustosa. El bacalao, sobresaliente en cuanto a materia prima, muestra la encomiable voluntad de perseguir la jugosidad absoluta, aunque en ese empeño queda a temperatura ambiente en el corazón del lomo; acompañado de una rica piperrada. Las chuletillas de cordero servidas sobre pequeña parrilla con ascuas, poseedoras de tanta grasa como chicha y superhechas, conectarán con los costumbristas. Y el lechazo asado sirve para exclamar ¡Por fin hemos
llegado a donde íbamos! Aunque estimable, se queda al
borde de la notabilidad, porque teniendo buen sabor, deshaciéndose
en boca, resultando jugoso... tiene la piel un tanto reseca en
vez crujiente. |
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