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GUíA DE RESTAURANTES
URREJOLA
Convincente satisfacción
Dirección:
Aretxalde, 5.48196 Lezama (Vizcaya)
Teléfono: 944556483
Cierra: Las noches de domingo a miércoles.
Precio: 40/60 euros
Menú degustación: 33,1 euros. |
Rafael García Santos
En el año
y medio transcurrido desde su apertura, llama la atención
el éxito obtenido, al que no es ajeno su rápida
consolidación. Paulatinamente, los hermanos Ibon, Gorka
y Asier Madinabeitia y su madre, Irune Arévalo, han sincronizado
un equipo sólido y efectivo a la vez que sobrio. Esa es
la línea de la casa, nada de altisonancias, lo de siempre
hecho con esmero y vigencia. Recetas típicas actualizadas
en los puntos de cocción y refinadas y aligeradas en sus
realces. A Urrejola se acude con la única pretensión
de comer estupendamente, lo que se logra a nada que uno atine
en la elección.
El picoteo tiene sus momentos relevantes en el jamón de
bellota de Joselito, siempre seguro; en las mollejas de cordero,
brevemente hechas y con un seductor aroma a ajo; y en las croquetas,
crujientes, cremosas y bien definidas, algo que no es habitual.
También aprueban las alubias de Gernika, que se ofrecen
en sabrosona sopa que capitaliza su gusto evitando hollejos,
con el aliciente de una juliana de berza al dente y unos dados
de panceta.
En las almejas a la marinera destaca el producto, el preciso
punto que se le da y la salsa, fina en su elocuencia. La degustación
de bacalaos ratifica la selección de los géneros,
saliendo los lomos del salazón pulcros y jugosos, con
ilustraciones muy conseguidas en los casos del pil pil y el de
pimientos, estando menos terminado el Club Ranero, ya que la
verdura se muestra muy viva.
Como alternativa, la parrilla, con pescados fresquísimos,
que hay que elegir a tenor del mercado. La lubina apareció
dorada por fuera y blanca en sus carnes, impregnada levemente
de las fragancias de la brasa y potenciada por una vinagreta
que ratifica, una vez más, la sutileza del oficiante.
La chuleta entona el más de lo mismo: selección
de materia prima y don innato para asar; nada más ni nada
menos. Por el contrario, los callos pueden superarse, no por
la vizcaína, estupenda, sino por su textura, algo gomosa
y un sabor indiferente.
Los postres atesoran profesionalidad y delicadeza. El arroz con
leche resulta delicioso, cremoso y perfumado y las tejas, con
sabor a mantequilla y corteza de naranja, son propias de un restaurante
puntero, un petit four de alta repostería.
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