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Hogareño e inquieto (5,5)
Rafael García SantosMartina Alonso, legendaria cocinera, dirige este gran entramado hostelero con la ayuda de sus hijos Fede, Javi y José. Un amplio conjunto de reclamos permite llenar su monumental edificio, rodeado de amplios espacios verdes. Bodas, menús del día y cocina elaborada a la carta, en la que alternan fórmulas históricas del país con otras más implicadas en las corrientes actuales. Las primeras resultan, eso sí, más vívidas y meritorias. Cuanto se ofrece conlleva laboriosidad, también escenificación, y los resultados son buenos, siempre en similar tónica, aunque sin llegar a deparar intensas emociones. Prevalece la voluntad y la generosidad; sobre todo, en formulaciones complicadas. Entre estas brillan la ensalada de cigalas, nobles y precisamente hechas, con hongos y hortalizas, que muestran un correcto aliño. El mero a la espalda con marmita de mariscos tiene el acierto de una elaboración independiente de los elementos, lo que permite cocciones particulares y sabores diferenciados; un clásico actualizado. Y la espalda de lechal a la antigua, deshuesada y en crepineta, resulta inmensamente sabrosa, realzada por una salsa sustanciosa que prolonga la gustosidad. Las alubias rojas con chorizo y morcilla están bien desarrolladas sin sobresalir intrínsecamente los componentes. Prima la construcción del milhojas de patata y centollo aromatizado con vinagreta sobre la viveza palatal, respondiendo al tono satisfactorio general, constante que se repite en el rabo guisado, deshuesado y planchado, que se acompaña, entre múltiples motivos, con una crema de cebolla. En fin, se aprecia interés, entrega... y los resultados están bien. |
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