Semana del 9 al 15 de diciembre de 2006
LA CALMA (SALAMANCA)
Revelación en un
año
RAFAEL GARCÍA SANTOS
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Más información
Dirección: Plaza Santa Eulalia,
11. 37001 Salamanca.
Teléfono: 923 281 236.
E-mail: .
Cierra: Domingos noche, martes y las dos
semanas centrales de agosto.
Precio: 60/90 euros.
Degustación: 45 euros. |
CALIFICACIÓN |
7 |
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Inaugurado en febrero de 2005, por dos
socios, Alberto Hernández y Alfredo Matayano,
que se ocupan respectivamente de la cocina y la empresa.
En tan poco tiempo han sabido marcar un proyecto, un
restaurante de estética minimalista y sumo gusto
con una cocina eminentemente contemporánea. El
chef se ha forjado en Atrio, si bien hace gala de un
estilo evolucionado sustentado en una solidez apabullante.
No es fácil que consigan hacer asumibles los
propósitos, existen handicaps evidentes, fundamentalmente
sociológicos, pero eso hace más atractiva
su apuesta. Y pese a jugar en terreno adverso, el resultado
empresarial va yendo adelante, sobre todo porque la
cocina tiene muchos méritos y resulta efectiva.
Se aprecia sabiduría, técnica, esfuerzo,
refinamiento y estética. Si se aguantan las adversidades
que supone conquistar mundos insospechados en el paisaje
gastronómico castellano, seguro que el futuro
promete ser deslumbrante.
Platos tan ataviados y complejos, tan delicados como
el gazpacho sobre lámina de pan con crema agria,
gelatina de albahaca, juliana de hortalizas, cebollino
y carabineros semicrudos. La cigala, de buen tamaño,
impecablemente planchada, inmaculada y jugosa, sobre
panceta con ajada, a su vez pluscuamperfecta, es un
canto a la sabrosura, a la carnaza y a los valores básicos.
El bacalao, de lomo alto, gigante, poco hecho, tornasolado,
jugosísimo... nadando en un consomé ahumado
y con perlas insulsas es otra fórmula
que depara gran satisfacción. El medallón
de foie gras sobre mango a la plancha con aire de melón
y salsa de té goza de sopesado exotismo y comedida
sofisticación, imponiéndose una vez más
la verdad del resultado, incontrovertible. Y las manos
de cerdo hacen gala de una contraposición táctil
encomiable, crujientes y gelatinosas, sobre un acaramelado
chutney de cerezas con puré de garbanzos y setas
de temporada, en este caso amanita caesaria.
Si la cocina y los resultados merecen un sinfín
de elogios para el tiempo que el negocio lleva abierto,
también la bodega y otros detalles, que testifican
ilusión, idealidad, serenidad intelectualidad,
en definnitiva, ambición por sacar adelante una
aventura culinaria que marca la diferencia sin plantearse
ambiciones desmedidas.
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