Semana del 24 al 30 de enero de 2004
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Dirección:Costa,
5. 50001. Zaragoza
Teléfono:
976214575
E-mail: nhgranhotel@nh-hotels.es
Cierra: Domingos
noche, y todo el día en los meses de julio
y agosto
Precio: 55/70
e
Menú degustación:
50 e
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CALIFICACIÓN |
7 |
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LA ONTINA (ZARAGOZA)
Refinada personalidad
Practica una cocina navarra
contemporánea y de autor, con miras cosmopolitas
que hace ciertos guiños a los sentimientos y
apetencias locales
RAFAEL GARCÍA SANTOS
Aunque ubicado en un hotel monumental,
no se trata de un restaurante de hotel ni nada parecido.
Es una característica que distingue a unos cuantos
establecimientos de NH, cadena que evidencia un contrastado
interés por ofrecer propuestas gastronómicas
relevantes. La Ontina tiene plena autonomía a
todos los niveles, encargándose de la explotación
un magnífico cocinero y gestor, Enrique Martínez,
quien ha dado al establecimiento la impronta de la casa
madre, el Maher, hasta el punto de recoger en su carta
innumerables fórmulas consagradas en este afamado
restaurante de Cintruénigo.
De la materialización se encarga Ramiro Sánchez,
un chef inteligente, meticuloso, pragmático
y efectivo. Practica una cocina navarra contemporánea
y de autor, con miras cosmopolitas que hace ciertos
guiños a los sentimientos y apetencias locales.
Desde hace años, por sencillez, idiosincrasia
y, sobre todo, por manjarosidad, el plato estelar de
La Ontina es el cardo rizado crudo y crujiente;
más natural, imposible con paté
de perdiz. Claro que en carta aparecen otras creaciones
tan sencillas e igual de gloriosas y refrendadas por
el tiempo y la clientela, como el timbal de huevos con
pimientos del cristal y patatas de sartén.
El acervo regional queda ratificado en propuestas como
la borraja salteada con papada rustida, la crema de
patata y huevas de arenque o el bacalao, inmenso en
cuanto a calidad y perfección, que se sirve reposado
en aceite de empeltre con ensalada y olivas negras.
El bacalao en salazón es una especialidad de
la casa que tiene otro testimonio clarividente cuando
se presenta en caldo de pimientos con un juego de hortalizas,
o magistral en su formulación al ajoarriero con
gambas.
Destaca también el rodaballo asado con compota
de manzana y caldo de sidra, que alardea de materia
prima, punto de cocción casi siempre preciso
y de un mesurado atrevimiento. Otro valor seguro lo
representa la ventresca de atún con galleta de
fritada.
Y en el apartado de carnes, siempre se plantea una duda
irresoluble: ¿cordero o gorrín? Este último
se presenta confitado y frito, en dos texturas, enriquecido
con especias. Y el lechazo, de verdadera categoría,
cuenta con dos versiones: la rústica y convencional
que conforma la paletilla rellena y asada al horno de
leña, y otra más refinada y sofisticada,
glaseado con las chuletillas rebozadas con especias,
más las oportunas guarniciones, que cambian a
tenor de las apetencias del chef. Los postres,
el servicio y la bodega van en consonancia.
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