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Risottos y paellas

Estas palabras, más que un plato, denominan una definición y un proceder

Rafael García Santos

La paella y el risotto tienen algunas cosas en común y bastantes diferencias. En primer lugar, coinciden en que ambos son platos de arroz en los que el citado cereal desarrolla el papel de ingrediente principal. Los dos cuentan con relevancia gastronómica, nacidos en la humildad y el pueblo han llegado a conquistar el mundo. Y, paradójicamente, coinciden en que cuando se solicitan en un restaurante por sus respectivos nombres - so pena de oportuna aclaración - nunca sabe el comensal a ciencia cierta lo que le van a servir. La paella y el risotto, como tales, como receta estricta y única, no existen.

¿Cuál es más paella, la huertana de pollo y conejo con garrofó (judión ancho y redondo) y ferradura (judía verde tierna estrecha y larga) cocida a fuego de leña o la de mariscos congelados y sin congelar con tartranina? Pues si nos atenemos a realidades, la que de verdad ha triunfado entre giris y no guiris es la última versión, que tiene tantas interpretaciones como oficiantes. Siendo mínimamente rigurosos, hemos de señalar que lo que estrictamente define a ambas fórmulas más allá de unos ingredientes es el concepto de cómo ha de quedar el arroz, la técnica de elaboración y los utensilios que se utilizan en el proceso. Por ello, nos parece más meticuloso hablar de paellas y risottos, en aras de matizar los ingredientes con que ilustran al arroz.

En Italia como en España participan en sus preparaciones diferentes variedades de arroz, si bien hay un cierto consenso en considerar como idóneas y superiores las denominadas carnaroli y bomba.

El plato italiano se puede oficiar en sartén o en cacerola - más en esta -, mientras que el español requiere obligatoriamente la sartén o paella. ¿Qué es ésta si no una sartén de dos asas? .

El sofrito marca otra distancia, mientras en Italia es de cebolla finamente picada, en España impera el tomate, rechazando los ortodoxos la presencia de la liliácea con aquel.

El risotto se sofríe a fuego lento durante uno o dos minutos, hasta lo que se denomina tostar el cereal, mientras que en la paella es agregado al caldo en ebullición. Eso no quiere decir que otros también lo rehogan, a tenor de los elementos que lo ilustren y del librillo del paellero.

El guiso italiano se perfuma con vino, sobre todo blanco, que se esfumara; cosa que no sucede en la paella, donde no interviene.

La aportación del caldo es plenamente disconforme. En el caso de los risottos el líquido se vierte en sucesivas veces, de manera que cubra ligeramente la gramínea y, según se va consumiendo, se va añadiendo otro cacillo, así tres o cuatro veces. Por el contrario, en la paella o las paellas, se vuelca todo al principio; y si hay que sumar alguna cantidad será por carencia de precisión inicial, con la finalidad de que se termine de hacer.

Otra discrepancia, en el guiso de arroz trasalpino se procede a remueve con una cuchara de madera la gramínea cada ver que se agrega fumet; proceder inconcebible en la paella, dónde todo se vierte al principio y de una sola vez, no tocándose jamás los granos.

En cuanto a cocción, siempre es más breve en Italia, donde el cereal sale más al dente, no soliendo sobrepasar una permanencia de 15 minutos al fuego, prolongándose en la Comunidad Valenciana dos, tres o cuatro minutos más.

Y el resultado final son dos arroces, uno cremoso, por el aderezo final de mantequilla y parmesano, con el que se liga la salsa, que va unida al arroz y el otro seco, con los granos sueltos. Visual y tactilmente lejanos. Son dos culturas del arroz que contribuyen a la cultura del arroz.

 



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