50 años de paz y estabilidad

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POR JAVIER SOLANA. Alto Representante de la UE par la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC).JAVIER SOLANA. Alto Representante de la UE par la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC).

Aunque el objetivo más visible de los seis países fundadores de la Comunidad Europea fuera promover la cooperación económica entre los signatarios, la motivación era sobre todo política: que Europa nunca volviera a vivir una guerra. En aquel entonces, pocos hubieran vaticinado el éxito del proyecto y que su base económica se extendería a otros muchos ámbitos: política exterior y de seguridad, migración, asilo y cooperación policial etcétera. Pocos también hubieran imaginado que, de seis, pasaríamos a una Unión con veintisiete estados miembros, algunos de los cuales vivían bajo el yugo del totalitarismo no hace tanto tiempo.

En cinco décadas, Europa ha cambiado mucho. Sin embargo, la paz permanece en el centro de las preocupaciones de la UE. Garantizar la paz, la seguridad y la prosperidad en nuestro continente: esto es lo que nos hemos propuesto y lo que juntos estamos consiguiendo. Y se trata de un logro notable, digno de celebrar.

La fuerza de la UE radica en el modelo político único alrededor del que se ha desarrollado: un sistema democrático basado en el imperio de la ley, en el que todos los estados miembros comparten unos valores fundamentales incuestionables. Es esta base sólida la que ha hecho de la Unión Europea un polo de estabilidad, que sigue atrayendo a nuevos candidatos.

Pero también más allá de nuestro continente la UE se ha convertido en una referencia, lo que la ha llevado a asumir nuevas responsabilidades, especialmente en el campo de la resolución de conflictos y del mantenimiento de la paz. La rapidez con la que se ha desarrollado la Política Europea de Seguridad y Defensa (PESD) ha sido notable, incluso revolucionaria. En estos últimos años, la PESD ha sido probablemente el campo en el que más hemos progresado en la UE, lo que puede parecer paradójico al tratarse de una de las áreas donde con más fuerza se manifiesta el principio de soberanía estatal. Gracias a una serie de instrumentos -capacidades civiles y militares, nuevas instituciones y mecanismos decisorios más adaptados- la UE puede ahora desempeñar un papel más acorde con sus responsabilidades globales.

Desde África hasta Oriente Medio, pasando por el Cáucaso y más allá, la Unión Europea está llevando a cabo misiones que permiten salvar vidas, proteger a los más vulnerables y crear mayor estabilidad. Al mismo tiempo, nuestra mayor presencia en el mundo nos está ayudando a resolver uno de nuestros talones de Aquiles, nuestra incapacidad de transformar en influencia política las grandes cantidades de dinero desembolsado.

Al igual que, hace cincuenta años, nadie era capaz de predecir hacia dónde la integración europea nos llevaría, resulta hoy difícil predecir lo que nos depararán los cincuenta próximos años. Sin embargo, lo que sí está claro es que la UE tendrá que ser capaz de adaptarse a los retos de un mundo en permanente revolución. Como en el pasado, el éxito de Europa dependerá de su capacidad de evolucionar y de desarrollarse sin olvidar a sus raíces. Estas raíces las encontramos en el Tratado de Roma, cuyos mensajes siguen hoy tan vigentes como lo fueron hace cinco décadas. La Unión Europea nació como un proyecto de paz y lo seguirá siendo.