|
ENTREVISTA: «Haz algo duro y te sentirás orgulloso»
JULIÁN MÉNDEZ/ BILBAO, 4 de octubre
Es el rey del mar. Sir Robin Knox-Johnston, el primer hombre que dio
la vuelta al mundo en solitario en regata, tiene el aspecto de un
moderno Neptuno. Alto, barbudo, jovial, con unas manos como tenazas,
este inglés de 67 años nacido en Putney se encuentra
ahora en Bilbao para repetir la hazaña con la excusa de disputar
la regata Velux-5 Oceans, que zarpará de Getxo el próximo
domingo 22.
Hace poco que su esposa, Suzanne, falleció. Sin ataduras familiares,
animado por su hija Sarah y por sus tres nietos (que acudirán
a despedirle desde el muelle), sir Robin confiesa que se aburre lejos
del mar. «¿Por qué lo hago? Pertenezco a un club
muy pequeño, el de las personas que han dado la vuelta al mundo
en solitario en un velero. Somos veinte veces menos numerosos que
quienes han escalado el Everest ¿sabe? El nuestro es un club
en el que todos nos conocemos y nos respetamos. Sólo tenemos
una vida y yo quiero vivirla. Vivirla, además, pintada con
brillantes colores», sonríe.
Desaparecidos en trágicas circunstancias los franceses Eric
Tabarly ("Pépé" fue engullido por el mar tras
caer del mítico "Pen Duick"), Bernard Moitessier
(fallecido de cáncer en Polinesia, adonde se trasladó
a vivir con su esposa) y el neozelandés sir Peter Blake (asesinado
por piratas en el Amazonas), sir Robin Knox-Johnston es el último
representante de toda una generación de marinos de hierro.
Knox-Johnston tejió su leyenda en un eterno viaje alrededor
del mundo en el que empleó 312 días, a una media de
3,6 nudos. «Aquello no tenía nada que ver con esto. Ahora
navegamos en barcos que son como "fórmulas 1". Tengo
ansiedad por saber qué se siente en carrera», dice.
En 1968, cuando tomó la salida, el mundo era distinto. No había
GPS ni teléfonos por satélite. Sir Robin tuvo que navegar
sin radio. Cuando veía un mercante (entonces se detenían
al paso de los veleros), les entregaba cartas y rollos de película
y fotografías para informar al mundo de sus peripecias. Tampoco
había más control que el impuesto por los navegantes,
gente de palabra. Bajo aquella filosofía se puede entender
el drama de Donald Crowhurst, uno de los inscritos, quien, falto de
preparación para superar el desafío, mintió durante
semanas acerca de su posición. Incapaz de mantener el embuste,
desapareció en la mar.
Siete patrones han llegado ya con sus barcos a Getxo. Uno de ellos,
el japonés Kojiro Shiraishi sufrió ayer las consecuencias
del vendaval del Noroeste que saltó de madrugada. Sus amarras
no aguantaron y una cornamusa perforó su casco. Gajes del oficio.