Serrat ha contado alguna vez que empezó a tocar la guitarra
porque se ligaba más así. ¿Se liga mucho tocando el
piano?
No, a mí eso me parece un mito. Y si se liga más, yo
no me he dado cuenta.
¿Ha tenido que dejar de hacer algo por preservar sus manos?
Sí, algunas cosas. De pequeño era muy travieso y he
llegado a jugar un partido de baloncesto antes de un examen de piano. Es
cierto que hay que limitarse, hay que adoptar algunas precauciones, pero
sin obsesiones.
¿Qué música escucha en su tiempo de ocio?
No mucha, la verdad. Pero suele ser clásica. Acabo de comprar
los conciertos 4º y 5º de Beethoven con Gilels. Antes escuchaba flamenco.
¿Cuál fue el primer disco que compró?
Me acuerdo perfectamente: los dos conciertos de Brahms, también
con Gilels qué casualidad y la Filarmónica de
Berlín dirigida por Jochum. Una referencia musical y personal.
¿Qué siente cuando en un hotel o un bar ve tocando
el piano a un músico de 50 ó 60 años, que nunca podrá
hacerlo en una sala de conciertos?
Me ha pasado varias veces. He encontrado músicos que lo hacen
por diversión. Se ganan la vida de otra manera y tocar el piano es
un juego. Otros no: son buenos músicos que por circunstancias diversas
se ganan así la vida...
¿Cuál es su obra mítica, la meta, la más
difícil, esa cima a la que llegar?
No tengo una. La obra más maravillosa es la que debo tocar
cada día. Si no me parece la mejor, ¿cómo lo va a pensar
quien me escuche?