Fernando J.Pérez
Enviado especial
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«El Annapurna
es un punto y aparte en mi vida», dice Iñurrategi
a su regreso
Alberto Iñurrategi ya está en casa. Mes y medio
después de la partida de la expedición Oinak Izarretan
al Annapurna (8091 metros), el alpinista de Aretxabaleta llegó
ayer al aeropuerto de Loiu con el anhelado premio: su decimocuarto
y último ochomil , que le permite inscribir su nombre en
el selecto grupo -diez alpinistas en todo el mundo- que puede
presumir de una gesta así.
A las 16.00 horas, ofreció una rueda de prensa en las instalaciones
de ETB en Iurreta, flanqueado por Jon Beloki, Jon Lazkano y Juanjo
San Sebastián, y su satisfacción era plena. Una
espléndida sonrisa delataba su estado de ánimo,
pletórico por haberse quitado la espina de la cumbre nepalí;
pero al mismo tiempo, con la dureza de la montaña agregada
a su cuerpo, liviano y enjuto; a su rostro, cansado y de mirada
perdida. Se le notó meditativo: algunas de sus respuestas,
antes de ver la luz, recorrían tres veces el camino entre
su mente y su boca, envuelto en un aire reflexivo, como si necesitase
estar seguro de cada paso, al igual que en la montaña.
Son las secuelas de 45 días de lucha por convertirse, a
sus 33 años, en el alpinista más joven en hollar
los catorce ochomiles.
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