La deuda de lo prometido
Javier Uria ha quedado emplazado a reactivar el Athletic en lo deportivo, lo económico y lo social durante 4 años que se antojan decisivos para la institución
Respiro en la oficina La jornada se presumía larga y apenas había comenzado. Al filo del mediodía, Javier Uria se tomó un descanso en su despacho, donde intentó liberarse de la tensión repasando algunos papeles. Camino de Ibaigane El candidato Uria llegó al palacio de Ibaigane acompañado de Enrique Guzmán y Jorge Bergareche. A las 10.30 horas depositó su voto en la urna y respondió a las preguntas de los periodistas. Después se dirigió a pie a su oficina profesional. Maratón con los medios de comunicación Los dos candidatos tuvieron que someterse a todos a los requerimientos de los medios informativos desplazados a Ibaigane. En la foto, Lamikiz es maquillado para salir en televisión. El voto Lamikiz acudió puntual a su cita con las urnas. Depositó el sufragio a las diez en punto entre una nube de cámaras. El candidato tuvo tiempo de relajarse leyendo el suplemento especial sobre las elecciones publicado ayer por EL CORREO. |
JON AGIRIANO BILBAO
Separados en tantas otras cosas, a lo largo de la campaña electoral Javier Uria y Fernando Lamikiz nunca dejaron de coincidir en una convicción: la de que los cuatro próximos años van a ser decisivos para el Athletic. Dicho de otra forma: que la responsabilidad que adquirirían de resultar elegidos iba a ser mayúscula. Lo cierto es que no les faltaba razón. Y es que, en este período de mandato, el club bilbaíno se juega el futuro, el ser o no ser. Una buena gestión en todos los ámbitos colocaría al club en la modernidad. Una mala, por el contrario, podría dejarle convertido en un anacronismo, en una especie de espléndido fósil deportivo del siglo pasado. Javier Uria, por tanto, no tiene tiempo que perder. En su nuevo despacho del palacio de Ibaigane le esperan ya los grandes retos de su mandato, todos ellos ineludibles. Es la hora de la gestión, de los «profesionales contrastados», de hacer realidad las promesas y cumplir las obligaciones contraídas durante el último mes. El nuevo presidente rojiblanco se fajará en cuatro grandes frentes y deberá llegar con todos aprobados al examen definitivo del año 2005. Son los siguientes. EL DEPORTIVO Uria hereda un equipo roto que acumula ya tres temporadas muy negativas, las dos últimas absolutamente lamentables en todos los conceptos. El Athletic se ha metido en el mal camino y debe darse prisa en salir de él, si no quiere pegarse cualquier año de estos el gran batacazo. En este sentido, resulta obvio decir que el empresario de Zeberio tiene un gran trabajo por delante. Debe reactivar a un equipo con la autoestima a la altura del barro, desconfiado de sus posibilidades en una Liga cada vez más exigente y competitiva. Será el propio técnico quien decida qué tipo de terapia, si de choque o más liviana, requiere la plantilla. Ahora bien, desde fuera se aprecian cuatro prioridades fundamentales: recuperar para la causa a varios jugadores -ya no hace falta ni citarlos- cuyo rendimiento esta temporada no ha podido ser más decepcionante; renovar con savia nueva algunos puestos que no están cubiertos de una forma solvente; implantar de una vez por todas un estilo de juego en el que los jugadores se reconozcan y puedan crecer como equipo; y devolver al equipo la ambición competitiva aumentando la exigencia y reafirmando su personalidad. La segunda vertiente del área deportiva es Lezama. No es exagerado decir que, en los próximos cuatro años, la escuela del Athletic se juega su futuro. Hay que realizar un trabajo rayano a la perfección, exprimiendo hasta la última gota las posibilidades del entorno del Athletic y dando a los canteranos el margen de confianza que no se les ha dado en los últimos años. Cumplida esta premisa, ya será cuestión de examinar con frialdad los resultados. Si se invierte la inercia de los últimos años y salen jugadores para el primer equipo, mejor que mejor. De lo contrario, habrá llegado la hora de plantearse un cambio de filosofía en la cantera rojiblanca para que el Athletic no muera de endogamia. EL ECONÓMICO También en el aspecto económico se puede decir que el Athletic se encuentra en una situación delicada. Y no tanto en lo que se refiere a su presente, sino en lo que respecta a su futuro. Arrate y Markaida han cumplido los deberes durante siete años, pero no sería de extrañar que su último ejercicio se cerrara con déficit. Y es que tres temporadas consecutivas fuera de Europa es más de lo que las arcas de Ibaigane pueden soportar sin resentirse habida cuenta de los niveles de gasto que ha alcanzado el club en los últimos años. Obligado por promesa electoral a no descerrajar el bolsillo de los socios -las subidas de cuotas rondarán el IPC y se suprimirán los suplementos- y, por supuesto, a no vender a ninguna de las estrellas de la plantilla, Javier Uria sólo tiene un camino: optimizar al máximo la gestión controlando los gastos hasta donde sea posible y encontrando nuevas fuentes de ingresos, vía atípicos, y desarrollando lo antes posible el proyecto de Fundación, con la que prevé recaudar, a través de las empresas que participen en ella, 500 millones anuales para destinarlos al fútbol-base. Aparte de ello, el nuevo mandatario rojiblanco afrontará una prueba de fuego en el ámbito financiero que resultará decisiva: la negociación del nuevo contrato televisivo. El actual vence en el año 2003. De cómo se negocie ese contrato, que en esta temporada ha reportado al Athletic más de 2.600 millones sobre un presupuesto de 6.300, dependerá en gran medida el porvenir económico del club. En este sentido, no hace falta decir que la mejor ayuda que podría tener la directiva para lograr la negociación al alza que desea es la del equipo, la de los jugadores. Y es que no es lo mismo sentarse a la mesa siendo un club de mitad de la tabla, un histórico venido a menos, que un club con galones europeos. EL SOCIAL Los mimos y carantoñas al socio en campaña no suelen tener luego la debida continuidad. Para que esta vez la tengan, Javier Uria debe cumplir varios compromisos. Uno de ellos es activar, dándole la fluidez necesaria, la comunicación entre el socio y la directiva. En este sentido, hay al menos tres obligaciones contraídas: establecer canales de comunicación con el socio, de forma que no se sienta un extraño cada vez que entra en Ibaigane, poner en marcha el canal Athletic y mejorar el servicio de publicaciones de la institución. Otro compromiso es dinamizar la vida social del club, incentivando las iniciativas de aficionados y peñistas, y haciendo realidad dos proyectos largamente esperados: el museo del club y la sede social, que sería el punto de encuentro ideal para todos los hinchas del Athletic. EL NUEVO CAMPO No se trata de un prioridad, al menos comparada con la deportiva y con la económica, las dos esenciales. Sin embargo, el nuevo ocupante del sillón de Ibaigane será el encargado de dar forma al proyecto de nuevo estadio, negociando con las instituciones implicadas, haciendo una buena venta de San Mamés y promoviendo el concurso de ideas. Aunque no tendrá tiempo de poner la primera piedra, a menos que renueve su mandato, Uria va a tener que dedicar sus horas a estas gestiones. Antes, eso sí, se ha comprometido a mejorar algunas instalaciones obsoletas del actual campo. |