Diferencias entre la noche y el día

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Óscar Cubillo. Vitoria.

 

Tras la apertura a cargo de los valencianos rockistas Uzzhuaia, la primera entrega memorable de la segunda jornada del 5º ARF la protagonizaron Marah, pálidos bajo el sol despiadado pero multiplicándose con el poderío de los Who, la raíz de Springsteen y el énfasis ronco de Graham Parker. Felices y borrachos, aventaron que el ARF era el mejor festival de R&R del mundo, y más tarde posaron en mil fotos con fans encantados.

Después la jornada decayó y no sólo por el sol. Los perezosos Bottle Rockets, demasiado misteriosos y lineales, no despertaron al personal. Los ingleses Gang Of Four resultaron caducos e irregulares, entreteniendo sólo en los números bailongos. El rock cromado de los Eagles Of Death Metal medró según caía la noche sobre temas llenas de falsetes, guitarrazos y posturitas, parodias del rock vikingo barnizadas con glam.

Big Star desilusionaron. Un huidizo Alex Chilton, escudado por Jon Auer y Ken Stringfellow, colíderes de sus epigonos The Posies, comenzó con pop duro años 60 pero se deslució en el country final. Menos mal que todo se avivó con el pop dinamitero y mayúsculo de Red Kross, cuarteto ultradinámico y saltarín con repertorio expansivo, brillante y polivalente.

Y acabaron el día en tono apoteósico los New York Dolls, cinco glamurosos vestidos como los Rolling Stones en unos saldos, que volaron la cabeza con rocanroles extasiantes (‘Personality crisis’, ‘To my head’) y certificaron su amor sincero por el blues, por el pop de chicas tipo Shirelles y por el coreado hito ‘Piece of my heart’ de Janis Joplin.

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