La revolución
rosa
Este año, al tradicional
elenco de famosos con olor a
naftalina hay que sumar la 'troupe' de los novatos
En un mundo convulso y cambiante, la galería de personajes
del corazón era una de las cosas más estables que
teníamos: dos o tres realezas, Isabel Preysler y su descendencia,
Carmina Ordóñez, Ana Obregón, Rocío
Jurado y su maravilloso mundo, el enjambre de 'misses' presentes
y pasadas... La actualidad era una baraja de veinte o treinta
cartas que se iban combinando de formas caprichosas y estrambóticas.
Hasta este año, el año de la revolución,
el año en que los descamisados accedieron al trono 'couché'
y el cetro catódico.
La insurrección ha sido tan violenta que incluso ha dividido
a las revistas del corazón.
Ahora están las del lunes, que llenan sus páginas
de desharrapados y son amplificadas por mil programas televisivos,
y las del jueves, que mantienen la altiva dignidad del antiguo
régimen rosa. Mientras tanto, el público se esfuerza
en recordar la avalancha de nombres, caras y conductas más
o menos innobles: su majestad Tamara, Leonardo Dantés,
Tony Genil, Loli Álvarez, Paco Porras, Nuria Bermúdez,
María José Galera, Ania, Mabel y compañía,
Malena Gracia, Estíbaliz Sanz... Se podría hablar
de un universo Tamara, un universo 'Gran Hermano' y un universo
Rodríguez Menéndez, alrededor de los que giran
las conversaciones, los chistes y los astronómicos cachés.
Eso sí, todos igual de marcianos.
Eso, por no mencionar a algunos veteranos afines a esta facción
dura, como puedan ser la inverosímil Marujita Díaz
y su Dinio -ya hay quien ha dado en bautizar a la folclórica
como Diniosaurio-, el tintorero Antonio David o la muy 'macarra'
Belén Esteban, ex de Jesulín. Y rara es la semana
en que no aparece una nueva criatura que añadir a la nómina.
Mientras tanto, ¿qué
queda a los admiradores de los ilustres de siempre? Antes que
nada, sobrecogerse ante la floreciente belleza de Carlota de
Mónaco, que va camino de convertirse en la cara más
magnética del nuevo siglo. También pueden seguir
los nuevos amores de Isabel Pantoja y Carmina Ordóñez,
la adicción mutua de Antonio Banderas y Melanie Griffith,
las respectivas rupturas de Esther Cañadas y Harrison
Ford, los arrobos y escandaleras de la Jurado o el matrimonio
y pre-divorcio de Michael Douglas y Catherine Zeta Jones. Claro
que, ante casos como este último, en que el corazón
se guarda en la billetera, uno se pregunta si existe tanta diferencia
entre unos personajes y otros.