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Alavés-Liverpool 18 / 05 / 01

Orgulloso y triste amanecer en Dortmund

Ni el apoyo de los aficionados logró levantar el ánimo de una plantilla abatida en el largo retorno a Vitoria

F. Ruiz de Esquide Vitoria

Lo intentó Raúl Gañán poco antes de las cuatro de la madrugada. Tomó el micrófono en el majestuoso casino de Dortmund y se dirigió a los cerca de trescientos comensales que apuraban la cena. «Éste es el mejor club del mundo y Azkoitia, Kike y yo los mejores jugadores de la Copa de la UEFA», exclamó en inglés. Una tímida sonrisa colectiva recorrió entonces la estancia, como forzada mueca que pretendía ocultar el profundo sentimiento de dolor que aún invadía a la plantilla y a los aficionados vitorianos.

Cuatro goles y un funeral. Podría ser el título de un largo y triste amanecer en Dortmund. Ni siquiera el incodicional apoyo de los seguidores albiazules consiguió estabilizar las constantes vitales de un equipo abatido. «Nos habéis hecho felices», repetía un seguidor a Hermes Desio ya en el aeropuerto de Foronda, cerca de las nueve y media de la mañana. Era el reconocimiento público a la gesta albiazul, sólo truncada en el último momento por un balón inmisericorde.

«Geli, Geli, Geli»

El que Delfí Geli alojó en su propia red en una carambola futbolística que no puede empañar la excelente temporada del lateral catalán. Compungido y cerca de derramar nuevas lágrimas, respondía pulgar en alto a las aclamaciones de la afición congregada en el aeropuerto. «Geli, Geli, Geli...», tronaban.

No fue el único en recibir el agasajo. El capitán albiazul, todavía hundido por el dramático desenlace de la final justo tras su expulsión, estrechó la mano de cuántos se la ofrecieron. No consiguió alzar la Copa ni exhibir al mundo su camiseta interior con motivos alusivos a su localidad natal, Bermeo, pero comprobó de nuevo que sigue siendo un referente esencial para los aficionados vitorianos.

Pero las felicitaciones se habían sucedido durante toda la noche, incluida la que el presidente Gonzalo Antón tributó a la plantilla, al cuerpo técnico y a los empleados del club poco antes de comenzar la interminable cena que se prolongó desde las dos hasta más allá de las cuatro de la madrugada. «Todos estamos muy orgullosos de vosotros». La sencilla frase que encierra el sentimiento de una masa social entregada a dos colores: blanco y azul.


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