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AULA DE CULTURA VIRTUAL

FRANCO Y LOS BORBONES
D. Xavier Casals
Historiador
Bilbao, 16 de enero de 2006

Por ejemplo, durante el exitoso desembarco de la bahía de Alhucemas, Alfonso XIII previamente había redactado una carta a Primo de Rivera en la que le desautorizaba porque, si el desembarco iba mal, él no quería tener ninguna responsabilidad; sin embargo, cuando el desembarco resultó un éxito, parece ser que recibió la noticia en un hipódromo; se dirigió a José Antonio Primo de Rivera y le dijo: "¡Vaya suerte que ha tenido el cochino de tu padre!".

Desde este punto de vista se puede entender también la difícil y tensa relación que mantendría la familia Primo de Rivera con el monarca. Precisamente es en el marco de estas tensiones donde Franco vuelve a promocionar su carrera militar. Tanto Alfonso XIII como Primo de Rivera lo utilizarán en sus manejos políticos, y ambos lo promocionarán de tal manera que Franco se convertirá, por decirlo de alguna manera, en un "militar estrella" de la dictadura. Así, será nombrado -con la aquiescencia de los dos- director de la Academia Militar de Zaragoza.

Por decirlo de una manera, Franco siempre considerará la dictadura como la edad de oro del gobierno de España, pero también que Primo de Rivera se equivocó al dimitir. De hecho, cuando durante una crisis de la posguerra parecía que los aliados podían intervenir, Franco pronunció una frase que sentenciaba muy bien sus aprendizajes: "Yo no haré como Primo. De aquí al cementerio". En el mismo sentido tenía otra frase que decía: "Una vez que se tiene el mando, nunca se tiene que renunciar a él". Él tenía muy claro que el error de Primo era renunciar o dimitir y, sobre todo, coexistir tensa y difícilmente con el rey. Además, Franco tomó de ese período una idea muy clara: ni se debía crear enemigos gratuitamente, como había hecho Primo de Rivera, ni tampoco se podía tolerar la existencia de la agitación política de la oposición. En este sentido, adquirió la idea de una represión ejemplar.

Llegamos a 1931. Alfonso XIII se exilia. Los monárquicos empiezan a conspirar activamente, pero se dividen. La mayoría de los monárquicos no está a favor de Alfonso XIII; consideran que es un rey "quemado" y apuestan por su hijo don Juan. Franco, sin embargo, no es un militar complotista ni un republicano manifiesto, pero se encuentra cómodo en una república conservadora y se mantiene al margen de las conspiraciones monárquicas.

Al estallar la guerra civil en 1936 se abre un nuevo capítulo en esta relación entre Franco y Alfonso XIII. Inicialmente, y fallecido el general Sanjurjo, Alfonso XIII considera que sus esperanzas están en Franco, y piensa que éste, si gana la guerra -y ya que ha colaborado activamente en promocionarlo-, le volverá a poner en el trono.

Sin embargo, Franco encontraría graves dificultades si quisiera optar por esta solución. En primer lugar, ni siquiera Alfonso XIII tiene partidarios, puesto que, como he dicho, la mayor parte son entonces juanistas, al considerar que don Juan, a la sazón un joven de apenas veinte años, puede encarnar una solución mediante una monarquía autoritaria que reúna a carlistas, alfonsinos y juanistas. Alfonso XIII, por su parte, no atesora mucho crédito, y para entenderlo basta pensar en términos que circulaban en aquel tiempo, como la palabra "borbonear" (maniobrar con las prerrogativas reales para manipular a los políticos) o la expresión "crisis orientales" (crisis que el rey creaba en el Palacio de Oriente para cambiar gobiernos).

Por tanto, Alfonso XIII viene a decir en su exilio que no va a abdicar, sino que simplemente quiere volver a España como rey, y, una vez sentado en el trono, renunciar a favor de don Juan. Ahora bien, la experiencia indicaba que, una vez que Alfonso XIII se sentara en el trono, no estaba tan claro que abdicara en su hijo. Ante ello, Franco se inclinó por don Juan, si bien no podía manifestar sus preferencias por uno y otro.

Sucedía que la base del poder de Franco era contradictoria; había falangistas, que eran en esencia republicanos; había carlistas, alfonsinos y juanistas; y había militares. Inclinarse por unos u otros suponía, en el fondo, dividir su base de poder. Asimismo, parece ser que don Juan tanteó algún pacto con Franco estando vivo su padre, y yo lanzo la posibilidad de que Alfonso XIII -que finalmente presenta una renuncia a sus derechos dinásticos en enero de 1941-, esperara que, una vez presentada su renuncia y con su hijo don Juan pudiendo ser proclamado rey, Franco actuara en consecuencia. Es decir, que no le nombrara a él, pero sí en la persona de su hijo.

No obstante, la reacción de Franco sorprende a Alfonso XIII. Cuando le presentan la renuncia de los derechos de Alfonso XIII, Franco pregunta que quién se la ha pedido. Entonces, Alfonso XIII, que ya atravesaba una crisis cardíaca y parece ser que se pasaba, para inquietud de su entorno, el día en el hall del hotel fumando y bebiendo, experimentó una dura crisis cardiaca y murió prácticamente al cabo de un mes. Yo apunto la posibilidad de que, precisamente, esa reacción de indiferencia de Franco ante la renuncia de Alfonso XIII produjera su muerte, como la persona que juega, sin éxito, sus últimas cartas. Éste fue el largo y último adiós entre Franco y Alfonso XIII, quien parece que murió muy amargado con Franco, puesto que efectuó unas declaraciones muy críticas a un periodista, en el sentido de que siempre lo había promocionado y había apostado por él. Sin embargo, Franco jamás prometió el trono a Alfonso XIII.

A partir de entonces (1941) empieza la relación de Franco con don Juan, en la que será una relación de dos reyes sin corona. En efecto, Franco será un rey de hecho, pero no de derecho (un soldado rey), mientras que don Juan será un rey de derecho, pero no de hecho. A partir de aquí, don Juan, un joven sin mucha experiencia -su padre lo ha mantenido muy apartado de los asuntos públicos, hasta el punto de que, durante la República, don Juan estaba navegando por Asia a bordo de un barco británico-, está rodeado de un entorno muy pequeño de políticos bastante intrigantes, mientras que Franco no está dispuesto a entronizar a don Juan fácilmente. Así las cosas, no hay que olvidar que Franco consiguió convertirse en generalísimo de todos los ejércitos durante la guerra civil por una maniobra frustrada de don Juan. Varias veces, don Juan quiso combatir en la guerra civil al lado de los sublevados. Cuando lo hizo en julio de 1936 y fue rechazado en la frontera por el general Mola, que le dijo que, si no volvía a Francia, lo fusilaría, los militares monárquicos tomaron partido contra Mola y nombraron a Franco generalísimo.

De 1941 a 1948 asistimos a una relación complicada entre Franco y don Juan. En este sentido, mientras Franco permanece berroqueño en sus puntos de vista y no da su brazo a torcer, don Juan intrigará de mil maneras para buscar atajos y llegar al trono. Primero se acercará a las potencias del Eje y flirteará con los alemanes; así, intentará sondear una entrevista con Hitler. Después se acercará a los británicos, su aliado lógico porque su familia era la familia real británica. E incluso intentará participar en un complot para instalar un gobierno pro-británico en las Islas Canarias. Posteriormente, don Juan se acercará a la CNT, e incluso habrá un partido anarcodinástico, en un intento por sondear la posición republicana encabezada por la CNT. A la vez, procurará acercarse también a los carlistas.

En definitiva, el resultado de todas estas operaciones es que don Juan perderá crédito. Hay muchos apologistas de don Juan que hablan del juanismo como concepción democrática de la monarquía. Sin embargo, el propio don Juan aclaró que él no hacía política, sino dinastía, que simplificando se puede interpretar como que servía "lo mismo para un roto que para un descosido". En don Juan se puede encontrar lo que se quiera: declaraciones tradicionalistas, demócratas, etc., porque tiene una trayectoria zigzagueante y cambiante que, al final, le enajenó el favor de sus propios seguidores.




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